Los nervios que nos transmiten la sensación de calor y de frío
La sensación de calor y de frío es muy distinta de la del tacto y tiene a su servicio una serie especial de nervios. Si cogemos un objeto frío, como por ejemplo un lápiz, y paseamos su punta por la mejilla, sentiremos que aquélla es más fría en unos sitios que en otros, sucediendo lo mismo con cualquier objeto caliente. Según sabemos, la piel está poblada de una multitud de pequeños puntos, unos de presión que son exclusivamente sensibles al tacto, otros sensibles a las temperaturas, lo que señala, evidentemente, una división de funciones para las distintas sensaciones, que se originan por los medios expuestos.
Hay además la sensación del dolor. A él son sensibles diferentes partes del cuerpo de una manera también diferente, y la piel lo es mucho más en general que el interior del cuerpo. Esta sensación tiene un juego especial de nervios a su disposición, y en algunas personas, cuyos nervios están en un estado anormal, no pueden funcionar como es debido. La piel de la mano de un paralítico, por ejemplo, sabrá apreciar el calor y el frío, pero si se le clava un alfiler o se la pellizca no sentirá dolor alguno.
De todo lo expuesto hasta aquí debemos resumir que la piel es el órgano de un sentido múltiple, pues siente la presión, la temperatura y el dolor. Es antigua y general opinión que el hombre posee cinco sentidos, pero en realidad posee más y de ellos, tres, pertenecen a la piel. Asimismo es probable que ésta nos ayude a conocer la posición de nuestro cuerpo, dónde están las manos y los pies, por efecto de la mayor o menor distensión que anuncia al cerebro la localización de los miembros y órganos corporales. Así, además de sus conocidas funciones, contribuye la piel a despertar el sentido de la posición, uno de los sentidos sin el cual nos sería muy difícil vivir y del cual son muy pocos los que han oído hablar. Sin embargo, el sentido de la posición existe, pero no está localizado en la piel, sino en los músculos y articulaciones. Son lo que los fisiólogos llaman “reflejos posturales”. Han sido muy estudiados y se los conoce bastante desde varios puntos de vista. La posición, la indica también el órgano del equilibrio en el complejo de la función auditiva.
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