Principales diferencias entre un sentido y otro


Quizá alguien diga que las nociones anteriores son algo erróneas, porque hay aves de rapiña que tienen una vista mucho más aguda que el hombre. El hecho es cierto, pero ¿debemos acaso creer que sea la agudeza la mejor cualidad que pueda presentar un sentido? De ningún modo, lo que realmente importa es el uso que podamos hacer de las informaciones que el sentido nos facilita, y el modo como éste está en conexión con los demás centros cerebrales.

Así el buitre distingue un cadáver sobre la arena del desierto a una enorme distancia ¿pero podría en cambio gozar el buitre ante la belleza de un cuadro o sentirse arrobado ante el espectáculo de la puesta del sol? Desde luego, que consideraciones de este género son las que realmente nos hacen comprender en qué consiste realmente la superioridad de un sentido. Ningún animal conocido presenta en la zona visual de su cerebro una complicación estructural como el hombre.

Hemos visto que el olfato y el gusto tienen en el hombre una importancia relativamente escasa, y mucho trabajo costó y muchas y empeñadas discusiones se sostuvieron, antes que pudiera precisarse de un modo cierto la verdadera residencia cerebral, si cabe la expresión, de ambos sentidos. Puede suponerse quizá que el sentido del tacto sea también en el hombre un sentido secundario y que, como el olfato y el gusto, haya pasado a segunda fila; semejante suposición es, sin embargo, completamente errónea. La más inteligente de entre todas las aves es el loro, no tan sólo por su facultad de imitar los sonidos, sino también desde otros muchos puntos de vista, como lo veremos enseguida.