La inteligencia y el mecanismo del cerebro humano


Recordemos, en primer lugar, lo más humilde y lo más sencillo de nuestra vida intelectual. Sabemos que la capacidad de pensar se la debemos al espíritu, y que lo que piensa en nosotros no es, hablando con precisión, ni nuestros nervios ni nuestro cerebro. Pero también aprendimos que nuestro espíritu no está nunca separado del cuerpo y que, además, el pensar supone sensaciones a cuya producción contribuye esencialmente el cuerpo. Ahora bien, ya dijimos que el cerebro es el asiento principal de todos los procesos orgánicos sin cuyo concurso la vida psíquica es imposible. Sin este precioso órgano el juicio, el razonamiento, la imaginación, carentes de apoyo en el organismo humano, desaparecerían, y con ello la libertad y responsabilidad del individuo, reducido a simples automatismos como la ameba u otros animales inferiores.

Ahora consideremos al cerebro desde el punto de vista de su funcionamiento, ya que en otro artículo de esta obra está estudiada su constitución. Por mucho tiempo se creyó que para cada acción de los individuos, palabra, percepción de colores, sonidos, etc., había ana región localizada en el cerebro.

Este concepto no era arbitrario, pues los estudios realizados por los anatomistas y fisiólogos comprobaron la verdad de estas localizaciones cerebrales. Sin embargo, pronto se presentaron hechos muy curiosos. Personas que habían sufrido la destrucción de la porción de su cerebro relacionada con las percepciones acústicas, por ejemplo, continuaban oyendo. Esto llevó a los fisiólogos a estudiar más detenidamente los mecanismos del cerebro, y llegaron así a la conclusión de que si bien es cierto que en determinadas partes están localizados los centros relacionados con una función dada, no es sólo esta porción de masa encefálica la que concurre a las percepciones de este tipo, sino que es todo el cerebro, en su conjunto, y que cualquier porción de la masa cerebral puede, en caso de accidente de una parte dada, suplantarla en sus funciones específicas.

De este modo, si bien el cerebro está dividido en secciones, la función de cada una de éstas puede ser desempeñada indistintamente por cualquiera de las otras.