Don Gonzalo, creyéndolo culpable, mata al noble Tabaré


De pronto se oye un grito: -¡Por el bosque se aproxima un indio!

En efecto, es Tabaré que aparece desfalleciente trayendo entre sus brazos a Blanca. Don Gonzalo al verlo lanza un grito de rabia y de júbilo, y corre hacia él, enloquecido, a saciar su sed de venganza.

En su seguimiento se internan en el bosque el Padre Esteban y los soldados; mas cuando llegan junto a él, el drama ya se ha consumado: a los pies de don Gonzalo yace, teñido en sangre, Tabaré, y Blanca, arrodillada a su lado, recoge su postrer suspiro, su última mirada.

“Y cual se oyen gotear tras de la lluvia,
“después que cesa el viento,
“las empapadas ramas de los árboles,
“o los mojados techos,
“brotan del bosque en que el callado grupo
“está en la densa oscuridad envuelto,
“ya un metálico golpe en la armadura
“del capitán o de un arcabucero;
“ya un sollozo de Blanca, aun abrazada
“de Tabaré con el inmóvil cuerpo,
“o una palabra trémula y solemne
“de la oración del monje por los muertos.”