Los movimientos equilibrados de todos los planetas


Ya hemos dicho que el movimiento de los planetas en torno del Sol, y de la Luna en torno de la Tierra, así como la revolución de los satélites que poseen los distintos planetas, se deben al equilibrio entre el efecto centrífugo del movimiento orbitario y la atracción gravitatoria del astro central. Si esos dos efectos estuvieran perfectamente equilibrados en cada instante, las órbitas planetarias y las de los satélites serían perfectamente circulares. Pero en general éste no es el caso que se presenta en realidad.

Si nos referimos a la Tierra, podremos advertir que en cierta época del año está más cerca del Sol, y en otra época, separada de la primera por un lapso de seis meses, se encuentra algo más lejos. No describe pues una circunferencia sino una curva más alargada que se denomina elipse. Cuando la Tierra está más lejos del Sol, se mueve más lentamente que lo necesario para seguir una trayectoria circular, y por eso comienza a acercarse al astro central. Cuando describe el arco opuesto de la curva, seis meses más tarde, tiene más velocidad que la necesaria para mantenerse en la órbita circular, de donde resulta que empieza a alejarse del Sol. Este movimiento de acercamiento y alejamiento del Sol, que se sucede alternativamente, al combinarse con el movimiento circular, da por resultado que la órbita recorrida sea una elipse.

El lector puede trazar una elipse en forma muy sencilla. Proveéase de un trozo de hilo y una sus extremos, de manera de constituir un lazo. Clave a distancia conveniente, en una hoja de papel, dos alfileres, y sitúe el lazo de hilo en torno de ellos. Luego, con la punta de un lápiz, mantenga tenso el hilo, presionando levemente hacia afuera. Si ahora desplaza el lápiz, manteniendo siempre tenso el hilo, obtendrá una curva cerrada que es una elipse, cuyos focos son los puntos en que están clavados los alfileres. Es interesante reparar que la elipse es tanto más alargada cuanto más separados están los focos; si estos focos están muy juntos, la elipse se confunde prácticamente con una circunferencia.

Las órbitas que describen los planetas son precisamente, elipses más o menos alargadas. Los cometas describen en cambio elipses sumamente alargadas, parábolas o hipérboles. Pero en todos los casos, el Sol ocupa uno de los focos de la figura.

Aparte del movimiento anual en torno del Sol, la Tierra posee su movimiento de rotación en torno del eje, que se cumple en 24 horas.

El eje terrestre está inclinado 23" respecto al plano de la órbita, lo que hace que en el transcurso del año vaya cambiando la inclinación de los rayos solares que inciden sobre la superficie de nuestro planeta, lo cual motiva, tal como lo hemos visto en otro capítulo, la sucesión anual de las cuatro estaciones.

Aunque no se lo aprecie directamente, se sabe desde hace muchísimo tiempo que el eje terrestre no se mantiene paralelo a sí mismo, o sea paralelo a la posición que ocupaba anteriormente, sino que describe, lentamente, una superficie cónica en el largo período de 26.000 años. Esto significa que en el tiempo de 13.000 años se cambian las estaciones en sus opuestas (p. ej. el verano en invierno, etc.), con respecto a las estrellas que se observan a medianoche. Este movimiento del eje no es causado por el Sol, sino por el efecto gravitatorio de la Luna sobre la parte ecuatorial de la Tierra, que presenta cierto abultamiento, tal como explicamos en páginas anteriores.

Tampoco permanece estrictamente constante la inclinación del eje terrestre respecto al plano de la órbita. El efecto gravitatorio del lejano y gigantesco planeta Júpiter es suficiente para provocar un leve balanceo del eje terrestre, que se verifica en unos 40.000 años aproximadamente.