Cuáles son las distintas partes que componen un cometa
Si bien lo más llamativo de un cometa es su cola, ésta se desarrolla únicamente en las proximidades del Sol. La cola, dijimos, está formada por emanaciones gaseosas que parten de la cabeza, en sentido opuesto al Sol. Es interesante destacar que la cola del cometa está orientada siempre en sentido opuesto al Sol, por lo que se deduce que es la radiación solar la que empuja las partículas de la cola. Debido a este hecho, si bien la cola está detrás de la cabeza del cometa mientras éste se acerca al Sol, cuando se aleja de este astro la cola queda situada -en su camino- por delante de la cabeza. La cola de un cometa está formada por una materia sumamente enrarecida, pero tiene enormes dimensiones; puede alcanzar un largo de muchos millones de kilómetros. Su brillo se debe a un fenómeno de luminiscencia provocado por los rayos del Sol.
La cabeza de un cometa se compone de un núcleo central muy brillante, y de una nubosidad más o menos difusa, que forma su cabellera, característica fundamental del astro. También la cabeza posee grandes dimensiones: puede superar el tamaño aparente que nos muestra el Sol.
La materia que forma la cola del cometa se desprende del núcleo en forma de gases, en especial por acción del calor solar. En algunos casos ha sido posible observar, y hasta fotografiar, los cambios que se experimentan en forma de ondulaciones en esa masa gaseosa. Podemos preguntarnos cómo se explica la formación de la cola, si el Sol ejerce atracción sobre la materia, cualquiera sea su estado: sólido, líquido o gaseoso. La explicación es ésta: los que repelen a los gases de la cola son los rayos solares. En efecto, se ha podido comprobar, por medio de delicados instrumentos, que un haz de luz empuja a finísimas partículas con una fuerza bien determinada. Así se puede concluir que una partícula que se encuentra en la esfera de atracción del Sol o de un astro semejante está sometida a dos fuerzas: una atractiva, que corresponde a la gravitación universal, y otra repelente, originada por la presión de la radiación. Si la partícula tiene masa apreciable, priva la fuerza atractiva, y entonces se aproxima al Sol; si, en cambio, es de masa ínfima, la atracción gravitatoria es menor que la fuerza con que la empujan los rayos: en este caso la partícula se aleja del poderoso astro.
Hemos tenido oportunidad de estudiar que todos los astros experimentan modificaciones en el transcurso del tiempo. Pero los cometas están sometidos a cambios mucho más rápidos y espectaculares. No solamente la cola de un cometa aumenta y disminuye de forma y de tamaño, sino que el mismo núcleo puede separarse en dos o más porciones, lo que nos demuestra que sobre su masa actúan fuerzas poderosas que, al atraer distintas partes, lo dividen. Hasta se da el caso de cometas que han dejado de ser tales, al disgregarse en multitud de porciones que, no obstante, continúan recorriendo la órbita primitiva.
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