El desecamiento de la tierra y su directa influencia en la vida de la humanidad


La pérdida de agua que se produce en la superficie no se refiere solamente a los océanos, sino también a lo que llamamos tierra firme. Ahora bien, hemos averiguado ya que toda la vida se desarrolla con el agua, y podremos desde luego hacernos cargo de que la lenta desaparición de ésta, hasta quedar convertido en tierra firme el fondo de los mares, es un hecho de suma gravedad. No obstante esto, aunque bajo del nivel del mar no ocurra nada que interese de una manera muy honda al desenvolvimiento de la vida; pero, cuando el suelo se queda sin agua, los bosques más frondosos y las praderas más espléndidas han de convertirse en estériles desiertos, lo que demuestra la importancia vital del agua.

Parece evidente que los desiertos que existen actualmente nos señalan el principio de ese proceso de desecación y nos revelan cuáles han de ser sus consecuencias más graves. Los desiertos son lugares espantosos. Las personas que los han atravesado nos dicen que es preciso haberlos visto para darse cuenta de lo que significa la carencia de agua. El ojo siempre despierto de los científicos descubrió sobre el mapamundi una zona casi continua a través de los continentes por regiones desérticas. Son éstas las que invalidan enormes extensiones, desde la costa atlántica africana en Río de Oro, a través de Marruecos, Argelia, África Francesa Occidental, Libia, Egipto, Arabia, Siria, y cubren luego gran parte de Irak e Irán, para terminar su imperio arenoso en Tibet y Mongolia. Como dijera el inmortal Cervantes, bien es cierto que el solo contemplar un mapa constituye el comienzo de una aventura, y de las más apasionantes; pero en este caso, la idea de eterna aridez nos sobrecoge y nos hace transpirar.

A la lista que empezamos más arriba deben agregarse los desiertos de América: el Gran Desierto Americano (California, Sonora. Arizona, México, Utah); la famosa Puna de Atacama, tal vez la región más seca del mundo, y la Patagonia. Finalmente, no podemos olvidar el enorme tesón con que los australianos se hallan en una lucha en la que empeñaron su orgullo en contra del Gran Desierto Arenoso y el Gran Desierto Victoria, que cubren el cuarenta por ciento del suelo útil de ese continente. Los que viajan por esas regiones se hacen cargo de cuan valiosa es el agua en lo tocante a la vida. Es un hecho sorprendente el de que hallemos huellas definidas del desecamiento a que ha obedecido la formación de esos desiertos. Existe en Arizona un bosque grandioso que ha quedado convertido en piedra durante millones de años transcurridos desde el tiempo en que creció. El agua abundaba allí cuando crecían los árboles del bosque; ahora no la hay, o, por lo menos, sólo se encuentra en cantidad muy pequeña, y la vida ya casi no es posible. Se admiran allí troncos de ópalo y ágata de brillantes colores, que reposan en la arena. En este desierto de Arizona llamado Pintado, que fue antiguamente el delta de un gran río, se sabe que hace millones de años las aguas trajeron corriente arriba los troncos que se depositaron. El barro rellenaba las partes de los troncos que se iban descomponiendo, conservando la forma de éstos, y con el transcurso de miles de años llegaron a petrificarse completamente.