LA TIERRA ESTÁ SIEMPRE EN MOVIMIENTO
Ya sabemos que la Tierra es redonda como una pelota; ahora aprenderemos que el globo terrestre está siempre en movimiento, girando como un trompo, y que viaja por el espacio sin cesar. Nada parece, en verdad, tan quieto como nuestro planeta; pero ello se debe a que gira velozmente y con muchísima suavidad. Lo cierto es que anda con mayor celeridad que el más rápido avión que podamos imaginar. No notamos su marcha, sin embargo, porque es muy serena y porque con ella se desplaza todo a un mismo tiempo. La Tierra tiene varios movimientos; uno de ellos es el que origina el día y la noche. El Sol no sale ni se pone: lo que ocurre es que nuestro planeta, al girar, va exponiendo parte de su superficie frente a la luz del Sol, en tanto que todo el resto de ella permanece en la sombra.
Todos nosotros estamos viajando en estos momentos a mayor velocidad que un tren expreso, y más rápidamente que un avión de propulsión a chorro; nuestra velocidad es superior a la del sonido. El vehículo que nos conduce no tiene frenos ni conductor, pero podemos estar tranquilos al respecto: no chocará. Eso sí. no hay mejor suspensión que la suya. Ella es tan suave que no nos damos cuenta de que viajamos. No hay mejor suspensión en el mundo, porque ese vehículo es la Tierra misma, ¿Por qué sólo unos pocos pasajeros se han dado cuenta del movimiento, que pasa inadvertido para la generalidad de las gentes?
Cuando estamos dentro de un tren, en una estación, suele suceder que no sabemos decir si ya se ha detenido totalmente o si se pone con lentitud en marcha. Si no vemos el andén y los edificios que nos rodean, y en cambio observamos otro tren que se halla junto al nuestro, podemos tener dudas acerca de si es nuestro convoy, el otro o ambos, los que se mueven. Hasta puede parecemos que nuestro tren, después de detenerse, se pone en marcha hacia atrás, cuando la verdad es que en ese momento el que está junto al nuestro se pone precisamente en marcha en el mismo sentido en que viajábamos.
Claro es que estas ilusiones se producen cuando no observamos el paisaje, y cuando el movimiento es tan suave que no advertimos sacudidas ni barquinazos. Al viajar en un buque grande, en mar tranquilo, o en un avión que vuela por un cielo sin nubes, no podemos decir si esos vehículos están en movimiento, pues no lo aprecia nuestra vista.
Aun con los ojos cerrados, cuando vamos en automóvil, apreciamos su movimiento porque no es uniforme. Nos sentimos impelidos hacia atrás cuando acelera, hacia adelante cuando frena y hacia los costados en los virajes. Además sentimos las sacudidas motivadas por los desniveles del pavimento, al mismo tiempo que nuestro oído nos informa sobre la marcha del motor.
Pero cuando el movimiento es perfectamente uniforme, nuestro cuerpo no aprecia ningún cambio, y sólo podemos decir con certeza que nos movemos si observamos los cuerpos fijos que nos rodean.
El viaje en globo o en dirigible, cuando la atmósfera está calma, es tan suave que el cuerpo no aprecia ninguna sacudida. Si cerramos los ojos podemos ignorar en forma absoluta que viajamos.
No cabe duda que no hay cosa más suave para viajar que la misma Tierra. En ella, junto con las montañas, los ríos, los campos y las casas, estamos viajando velozmente, tanto estemos en nuestro lecho, de paseo o nadando en el mar, o en una piscina.
La prueba de que la Tierra se mueve más suavemente que cualquier otro vehículo está en que nadie la siente moverse- Sólo muy pocas veces sentimos que trepidan algunas porciones de su superficie, en ocasión de los temblores de tierra; pero estos fenómenos locales son una cosa totalmente distinta de la marcha de nuestro globo por el espacio.
¿Cómo podemos afirmar, entonces, que la Tierra se mueve? Ya que nuestro cuerpo no aprecia tan suave movimiento, ¿no podrá entonces informarnos la vista?
Si al viajar suavemente en un avión, miramos en derredor a nuestros compañeros de viaje, el piso u otros objetos, nos parecerá que todo está en reposo, como nosotros mismos. Debemos fijar la vista en puntos exteriores, en los campos que pasan por debajo de nosotros, para comprobar que nos movemos.
Por este motivo, para apreciar el movimiento de la Tierra en su conjunto, debemos fijarnos en los cuerpos que están fuera de ella, como son el Sol y las estrellas.
Todos sabemos que el Sol aparece diariamente por una región del horizonte y, después de cruzar el cielo, se pone por la región opuesta. Los hombres más inteligentes de la antigüedad observaron cuidadosamente este movimiento y estudiaron todas sus consecuencias. Pero así como nosotros nos equivocamos muchas veces acerca de si es nuestro tren o el vecino el que se mueve, también erraron esos hombres antiguos acerca de la verdadera naturaleza del movimiento solar que observaron.
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