UN PRECURSOR DE LA EMANCIPACIÓN AMERICANA
Si puede hablarse de una existencia sacrificada y heroica al servicio de un ideal, ésa es la de Francisco de Miranda. Justo en mitad del siglo XVIII, en 1750, nace en Caracas. Va a España a los diecisiete años y sigue la carrera de las armas hasta obtener el grado de capitán. Acompaña a Cuba al gobernador Cagigal. En 1780 lo encontramos, amigo de Washington, luchando por la independencia de Estados Unidos de América. Recorre diversos países americanos. Marcha a Londres en 1785. Visita Austria, Grecia e Inglaterra. Llega a Rusia, y la emperatriz Catalina II, asombrada ante la pujanza de este joven, lo ayuda en toda forma. Sigue su peregrinaje y conoce Suecia, Noruega, Holanda, Suiza e Italia. De nuevo en Londres, eleva en vano en 1790 al ministro Pitt su proyecto para emancipar la América Española. Dos años más tarde va a Francia, se incorpora al ejército francés y pelea con tal ardor por la libertad que esa nación, agradecida, inscribió su nombre en el Arco del Triunfo de París y le otorga el grado de mariscal de campo. Se distingue en Prusia, en la conquista de Bélgica, en la toma de Amberes. Dumouriez lo arrastra en su caída. Acusado de conspirar, es expulsado de Francia en 1801.
Pasa Miranda en Londres momentos de escasez. Establece un curso de matemáticas como medio de reunir fondos para proseguir sus planes. Enseña a jóvenes americanos que formarán más tarde la logia Lautaro.
Desde Estados Unidos y con el apoyo de británicos y estadounidenses, organiza una expedición, en febrero de 1806, armando dos corbetas, para libertar a Venezuela. Llega a las costas de Ocumara, pero las autoridades españolas, prevenidas, hacen fracasar el desembarco y la cabeza de Miranda es puesta a precio. Logra desembarcar en Coro, pero no halla ambiente para su empresa. En las islas Barbados y Trinidad consigue poco después formar otra escuadrilla, pero su tentativa es frustrada, en esta ocasión, una vez más.
Vuelto a Londres, insiste en sus empeños sin amilanarse. El 19 de abril de 1810, Caracas da el grito de libertad; en consecuencia, Bolívar, Méndez y Bello van a Londres a entrevistar a Miranda, quien vuelve a "Venezuela con Bolívar. En 1811 el Congreso Revolucionario, reunido en Valencia, escucha su cálida palabra con que expone brillantemente los principios de la libertad, y firma el Acta de la Independencia. Poco después es nombrado generalísimo, pero la suerte de las armas no le es favorable y, enfrentado al general realista Monteverde, debe capitular en “La Victoria” el 25 de julio de 1812 y salir para La Guaira. Allí es apresado, enviado a España y encerrado en la cárcel de la Carraca, en Cádiz.
Aquel hombre cuyo dramático itinerario estuvo siempre signado por ideas renovadoras de civilización, aquel Francisco de Miranda que no dejó de pensar un sólo instante en la independencia de los países americanos y en el triunfo de las ideas republicanas en el mundo, sufrió un ataque mortal en aquella celda oscura.
Quien en tantas trincheras distintas peleara con sacrificio para la libertad y el bienestar de los demás, Francisco de Miranda, apóstol y precursor de la emancipación americana, moría prisionero en una cárcel.
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