UN FRAILE QUE SE JUGO LA VIDA EN DEFENSA DE LOS INDIOS
A Fray Bartolomé de las Casas, desde la juventud, le interesó un problema que habría de orientar toda su vida magnífica, pues su padre, que acompañó a Colón en los viajes del descubrimiento de América, le llevó de las Indias un aborigen para que le sirviera de paje; y el cariño que le tomó a este servidor humilde, habría luego de irradiar a todos los demás nativos del Nuevo Mundo, cuya defensa tomó valientemente. Fray Bartolomé de las Casas se embarcó en 1502 para Santo Domingo. Después de dirigir múltiples amonestaciones a los conquistadores españoles y solicitarles un trato humano para los esclavizados indios sin resultado favorable, se trasladó en 1515 a España para hacerse escuchar por la corte. Luego volvió a México y a Guatemala; allí emprendió la defensa de los aborígenes; polemizó contra varios dignatarios, y envió un memorial en que pedía justicia ante el emperador Carlos I. Éste llamó a Valladolid a una junta de teólogos para que estudiara sus peticiones, las cuales se publicaron bajo el título de Brevísima relación de la destrucción de las Indias. Desde los comienzos de su carrera había enfervorizado su corazón el capítulo 34 del Eclesiástico, cuyos versículos 26 y 27 dicen: "quien quita a alguno el pan ganado con su sudor, es como el que mata al prójimo", y "hermanos son, o corren parejas, el que derrama sangre y el que defrauda el jornal al jornalero". Su proclama acusó a los encomenderos como los mayores robadores del mundo. Él quería la salvación de los indios, material y espiritual, y su libertad. Aunque pobre, solo y sin protectores, no temió denunciar como monstruos y tiranos a hombres poderosos, influyentes, llenos de riqueza y crédito, los Albornoz, los Fernández de Oviedo y otros muchos, que se confabulaban contra él para hacerlo callar.
Pero él fue más fuerte y combativo que todos; nada pudieron contra él las amenazas, y consiguió las leyes de 1553, que sirvieron para suavizar la suerte de sus aborígenes protegidos. Se le ofreció el obispado de Cuzco, que no quiso ocupar, y aceptó en cambio el de Chiapas, que desempeñó durante varios años.
A pesar de las órdenes de Carlos I, reanudóse la persecución y explotación de los indios, pero él no dejó nunca de defenderlos y consolarlos aun a riesgo de su propia vida, cum pliendo con este sublime deber por espacio de cincuenta años, con ardor infatigable y caridad evangélica, dando en todo momento alto ejemplo de piedad y virtud.
Además de su gran pasión redentora y de sus encendidas polémicas: Argumentación contra Sepúlveda, la ya mencionada brevísima relación, la Apologética historia sumaria de las Indias Orientales y Occidentales, escribió Historia de las Indias (Madrid 1875-76) y suyas son las valiosas notas a Los viajes de Cristóbal Colón que escribiera Martín Fernández de Navarrete.
Fray Bartolomé de las Casas fue el más grande amigo de los indios de América, su insobornable y valiente defensor en contra de la esclavitud.
Queda como la más alta conciencia de la historia de la Conquista. Por ello se le considera héroe del Cristianismo, y sus hechos permiten reconocerlo como un exponente de profunda vocación humanitaria.
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