LAUTARO


Perteneciente a los araucanos, raza indígena muy valerosa que poblaba el territorio actual de Chile y parte de la Patagonia, hubo un indio nacido por el año de 1535, al cual llamaban Lautaro, que significa diligente, audaz.

En una de sus correrías, el conquistador de Chile, Pedro de Valdivia, lo hizo prisionero a la edad de quince años, guardándolo para que lo sirviera como cuidador de sus caballos. Durante su esclavitud, Lautaro se dedicó a estudiar las costumbres y fuerzas de los españoles.

Cuando supo que sus compatriotas se habían alzado contra el invasor, se fugó para tomar parte en el combate en que los araucanos destruyeron el fuerte de Tucapel.

Poco después, en un consejo de guerreros indígenas, revelóse Lautaro como el único soldado capaz de llevarlos a la victoria. Sabía una cosa: que los cristianos no eran invencibles; tenían armas y briosos caballos, pero eran escasos en número; tenían que pelear todos sin poder mantener una fuerza de reserva que los protegiera en caso de desastre. Ellos, en cambio, tenían el número, y propuso la táctica de los ataques sucesivos, cada vez con fuerzas nuevas.

Lautaro buscó para dar batalla una meseta rodeada por el río Tucapel. Los españoles, acaudillados por Valdivia, atacaron en enero de 1554. Al comienzo la caballería española desbarató los primeros batallones enemigos, pero los indios se renovaban sin cesar y las tropas españolas sucumbían a la fuerza del número. Cayó Valdivia prisionero, y los vencedores le dieron muerte.

El sucesor de Valdivia en el mando de los castellanos fue Villagrán, quien advirtió que para mantenerse en Chile, debía vengar aquella derrota y la muerte de su antecesor. Con todas las fuerzas que pudo reunir y auxiliares indígenas sometidos, en febrero de 1554 acampó en Mariqueñú. Lautaro, que estaba al tanto de sus movimientos por sus espías, preparó empalizadas y trincheras. Se inició el combate al amanecer. Al valeroso ataque de los españoles morían muchos araucanos, pero otros los reemplazaban constantemente al amparo de sus defensas. Para capturar soldados y caballos, los indios de Lautaro, aleccionados por éste, usaron lazos hechos de fibras vegetales. Villagrán, que estuvo a punto de caer prisionero en uno de aquellos lazos reunió a sus capitanes, pues temió verse rodeado al observar el avance de un gran cuerpo de guerreros araucanos. Esto no era sino un nuevo ardid de Lautaro, quien hizo disfrazar de guerreros a mujeres y niños que empuñaban lanzas. Ante la indecisión del español, y gracias a un vigoroso ataque se apoderó Lautaro de los cañones castellanos. Esta derrota de los conquistadores trajo como consecuencia la toma e incendio del pueblo de Concepción.

Concepción fue otra vez levantada como por un trabajo de hormiga para ser nuevamente destruida en 1555. Entonces Lautaro se propuso conquistar la ciudad de Santiago. Con un núcleo de seiscientos valientes araucanos cruzó el río Bío-Bío. Tomó las herramientas de una mina a orillas del Maule. Convocó a los indios de las cercanías para referirles sus victorias en el sur e invitarlos a luchar para exterminar al invasor.

El capitán Diego Cano, experimentado en la guerra contra los indios, recibió del Cabildo la orden de defender la ciudad y las vidas en peligro. Atacó con su vanguardia a los araucanos, pero Lautaro los derrotó, a pesar de lo cual, viendo sus fuerzas muy reducidas en comparación con las españolas, se retiró hacia el sur. Villagrán estaba convencido de que era cuestión de vida o muerte para ellos la captura del caudillo indígena, y puso en juego este ardid: después de un primer combate cerca del río Mataquitas, en que las fuerzas de Lautaro tuvieron muchos muertos y retrocedieron para reorganizarse, Vinagran los dejó preparar su segundo ataque, mientras ordenaba a sus indios auxiliares, vestidos con los trajes de los españoles, que huyeran a Santiago con todos los bagajes.

Los espías dieron el aviso a Lautaro y, engañado éste, sus fuerzas se entregaron al descanso. Villagrán pudo acercarse de noche al campamento enemigo, prometiendo recompensa por la captura del caudillo. En medio del silencio dio orden de ataque, y entre los primeros cayó muerto Lautaro. Sorprendidos y desalentados por tal pérdida, los indios fueron derrotados y se dispersaron, perseguidos por la caballería española.

El nombre de este caudillo araucano sirvió después de estandarte y símbolo a los patriotas americanos.


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