HEROICA MAGNANIMIDAD DE UN PATRIOTA
Nicolás Bravo, uno de los caudillos de la independencia mexicana, al saber que su padre había caído en poder de sus enemigos, y teniendo él en su poder trescientos prisioneros, propuso al jefe de las fuerzas contrarias un canje de todos ellos por su padre, proposición que se le dijo no podía ser admitida mientras no fuera acompañada de su rendición, con la promesa de desertar de sus banderas.
Bravo consideró que sus deberes de patriota estaban por sobre todo, y se negó a aceptar aquella condición. Su padre fue ejecutado, y el noble y caballeroso hijo de México, en vez de ejercer entonces el terrible derecho de represalias, tan común en las guerras, hizo formar a los trescientos prisioneros, que sabedores de lo ocurrido se preparaban a morir; y ahogando en su pecho todo sentimiento de venganza, les dijo: “Las leyes de la guerra y el recuerdo de mi padre sacrificado podrían justificar, en cierto modo, cualquier acto de sangrienta venganza por mi parte; pero no quiero manchar mi conciencia con lo que consideraría un crimen. ¡Sois libres!”
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