Las orejas del rey Midas
Suscitada entre Apolo y Pan una disputa sobre quién de los dos era mejor músico, fue requerida la opinión de Midas, rey de Frigia. El rey favoreció con su voto a Pan y Apolo se vengó de él convirtiendo sus orejas en orejas de pollino.
Midas decidió encargarse un artístico peinado que ocultara en lo posible su vergüenza, mas apenas hubo confiado su disimulo al arte, aumentó su angustia, pues temió entonces la indiscreción del peluquero. Éste, atormentado por el deber de callar, ideó la manera de liberarse, exclamando con voz queda en un agujero que abrió en la tierra: “¡Midas, el gran rey Midas, tiene orejas de borrico!”
Muy ufano el peluquero rellenó el hoyo. Mas al cabo de un año, ciertas cañas allí nacidas repetían aflautadamente, al impulso del viento, el secreto depositado: “¡Midas, el gran rey Midas, tiene orejas de borrico!”
“Las orejas del rey Midas” representan las obras que, por su fealdad, deben permanecer ocultas o que avergüenzan a sus autores o poseedores; originando también, el acontecimiento relatado, la fama de poco reservados de que aún se tacha a los peluqueros.
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