Todo se ha perdido menos el honor


Francisco I, rey de Francia, que fue llevado prisionero a Madrid después de la batalla de Pavia, ganada por las tropas de Carlos I de España a las órdenes del marqués de Pescara, exclamó enfáticamente: “Todo se ha perdido, menos el honor.” Esta frase se utiliza como muestra de conformidad en las grandes desgracias públicas, pretendiéndose justificar así pérdidas o adversidades.


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