Las manzanas de oro
En un hermoso país del oeste de África vivían unas ninfas, llamadas las Hespérides, cuya sola misión era vigilar la fruta que la madre Tierra había ofrecido a la diosa Juno como regalo de boda.
Un dragón, que jamás se entregaba al sueño, guardaba los huertos, donde se producían las manzanas de oro, y el camino que a ellos conducía hallábase erizado de dificultades.
Tras mucho caminar, y tras cruentas luchas con gigantes, todas con resultado victorioso, Hércules logró apoderarse de Nereo, uno de los dioses del mar, el cual se transformó de mil maneras en su afán de evadirse de los fuertes brazos que le retenían prisionero; mas viendo la inutilidad de sus esfuerzos, recobró su forma natural y envió a Hércules a buscar a Atlas, el que accedió a ayudarle, a condición de que Hércules debía sostener el peso del mundo mientras él se hallaba ausente cumpliendo su encargo.
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