El perro envidioso
Acostábase cierto perro muy envidioso en un pesebre lleno de heno, y cuando venían los bueyes al establo no les quería dejar comer. Acercóse un buey para tomar un bocado de heno, pero el perro se puso furioso, ladrando y enseñándole los dientes.
- Bestia envidiosa -le dijo el buey-, cuan perverso eres, que ni tan siquiera permites que me aproveche de lo que el amo destina para nosotros y que a ti no te sirve para cosa alguna.
Dejemos que los demás se aprovechen de lo que a nosotros no nos hace falta. No tengamos envidia de ellos.
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