El ciervo y el buey
Huyendo un ciervo de los cazadores, entró en un establo y rogó al buey que allí se encontraba que le permitiera ocultarse. No se opuso el buey a este deseo; pero le manifestó que no estaba allí seguro, pues dentro de poco entrarían los criados y el amo.
-Con tal que tú no me descubras -dijo el ciervo-, me creo seguro.
Entraron, en efecto, los mozos, y ninguno reparó en el ciervo. Entró, asimismo, el boyero y tampoco lo vio.
Pero poco después entró el amo y comenzando a registrar los pesebres y todos los rincones para corregir los descuidos de los criados, descubrió debajo del heno los cuernos del ciervo; llamó a su gente, y lo hizo matar. "Hacienda, tu amo te vea". Nadie mira mejor por sus asuntos que el mismo interesado.
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