El agujero en el muro


A un pobre muchacho, llamado Kwanj-Hung, le gustaban mucho los libros y el estudio, pero su pobreza impedíale comprar aceite para la lámpara, y carecía por lo tanto de la luz precisa. Trabajó para un funcionario del Estado, quien, a petición de Kwanj -Hung, pagó a éste en libros en vez de dinero, y nunca mortal alguno estuvo tan contento de su sueldo. Sin embargo, los libros éranle de poca utilidad, en tanto no pudiera adquirir aceite para la lámpara, para estudiar de noche.

Al fin se le ocurrió una buena idea. El vecino de al lado tenía luz y Kwanj -Hung practicó un pequeño agujero en el muro, colocó el libro de manera que cayera sobre éste el rayo luminoso que penetraba por el agujero, y pudo de tal modo continuar leyendo.

Al celebrarse los exámenes, distinguióse tanto, que el caso fue referido al emperador, quien honróle con un alto cargo. Kwanj-Hung llegó a ser primer ministro del Imperio Chino.


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