Escuchando discos con un triodo, las válvulas multielectródicas


Hay algunos cristales que poseen una propiedad muy interesante: cuando se los somete a presiones o vibraciones muy débiles, producen pequeñas tensiones eléctricas cuyas variaciones corresponden a los cambios de presión. Esto es conocido como efecto piezoeléctrico. Si a un cristal de este tipo le hacemos llegar las vibraciones que se producen en una púa al pasar sobre un disco, tendremos entonces traducidas estas vibraciones en tensiones eléctricas. Si ellas son aplicadas en la grilla de un triodo, podremos amplificar todas las variaciones de carga que lleguen a la grilla y, de esta manera, en el circuito de placa de la válvula tendremos una fuerte corriente electrónica cuyas variaciones estarán, en última instancia, en acuerdo con las vibraciones de la púa. Con dicha corriente podemos hacer funcionar un altavoz que nos permitirá escuchar la música grabada.

Con el objeto de mejorar o perfeccionar el funcionamiento del triodo, se ha llegado a construir nuevos tipos de válvulas electrónicas. Tales, por ejemplo, el tetrodo y el pentodo, de los cuales el primero posee dos grillas y el segundo tres; pero, esencialmente, ambos actúan como triodos; en ellos sólo es importante una grilla, pues las otras representan un papel secundario, aunque no por ello despreciable. Las aplicaciones extraordinarias que tuvieron las válvulas electrónicas llevaron con el tiempo a perfeccionarlas, según el tipo de trabajo que tenían que realizar; de ahí,

que haya habido una diversificación tan grande de tipos. Así se llegó a casos de válvulas múltiples, dentro de las cuales se han reunido dos o tres válvulas que funcionan en una misma ampolla, pero independientes unas de otras. Tales los doble diodos, los doble triodos, doble diodo-triodo, etc., que permiten ahorrar considerable espacio en los equipos que las utilizan.

Por último, podemos citar el caso de las válvulas multielectródicas, que son capaces de realizar dos funciones distintas al mismo tiempo y con una misma corriente electrónica. Todos los receptores superheterodinos poseen este tipo de válvula, la cual tiene nada menos que cinco grillas, lo que le permite realizar, con notable eficiencia, esa doble función. Ahora sólo nos resta esperar que alguna válvula de nuestro receptor se agote, para poder satisfacer nuestra curiosidad desarmándola, y comprobando prácticamente cómo es una válvula por dentro.