Las artes en el imperio cartaginés y los restos de su arte
Para concluir con la revisión de las artes en los pueblos que influyeron sobre los romanos o estuvieron en contacto más directo con ellos, nos falta agregar algo sobre las del imperio cartaginés, a pesar de su escasa trascendencia estética.
¡Los hallazgos arqueológicos realizados en tumbas y necrópolis no delatan un arte cartaginés propio, que tal vez nunca tuvieron, sino más bien las influencias de los pueblos con los que Cartago estuvo vinculada.
¡La cerámica y la orfebrería fueron sus expresiones más típicas; lo más original de su arte son ciertas figurillas de barro cocido que representan dioses, ídolos o mercaderes. En ellas hay una gran variedad de estilos, pues mientras unas se nos ofrecen sobrecargadas de detalles, otras en cambio, realizadas con moldes, son muy sobrias y se distinguen por sus líneas notablemente bellas, en las que se perciben influencias orientales o helénicas. Algunas tienen en la parte superior dos pequeños agujeros que demuestran que fueron hechas para que pudieran ser colgadas.
¡Se han encontrado moldes de cerámica que permiten estudiar en detalle el sistema empleado por este pueblo. Los motivos realistas alternan con otros estilizados y con elementos geométricos. Sus vasos y ánforas se distinguen por la variedad de formas, que a veces adoptan la de animales o de hombres, por lo que reciben la denominación de zoomorfos o antropomorfos, respectivamente. Por último, y siempre dentro de la cerámica, quedaron gran variedad de máscaras, estelas funerarias e inscripciones en tabletas de barro cocido. Como herederos directos de los fenicios, sobresalieron también en las artes del vidrio. Los productos de tal industria, vasos, ánforas y ungüentarios, se encuentran en todas las costas e islas del Mediterráneo, y resulta a veces difícil establecer su real procedencia, fenicia o cartaginesa.
Los cartagineses acostumbraban enterrar sus muertos en sarcófagos antropoides, que remedan la forma del cuerpo humano, o bien reproducen la imagen del difunto en las tapas, como era costumbre entre los etruscos.
Unos y otros son obras de gran perfección, y las imágenes nos hacen pensar en verdaderos retratos que complementaron con brillantes colores, con lo cual parece ser que quisieron infundirles mayor realismo.
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