Los instrumentos de viento y el mito de Apolo y Marsias


Los instrumentos de viento siguieron, probablemente, en orden cronológico, a los de percusión. Todos ellos poseen una embocadura o una boquilla de metal, madera o marfil, por donde se hace pasar el aire de los pulmones, que los hacen vibrar. Por la embocadura se subdividen en instrumentos con hoja de aire (flauta), con lengüeta simple (clarinete), con lengüeta doble (oboe) y con boquilla abovedada (trompeta). Por la sustancia en que pueden fabricarse se subdividen en maderas y metales o cobres, aunque existe la tendencia de fabricarlos todos en metal. Por su naturaleza, pueden ser melódicos, rítmicos o ambas cosas a la vez.

Los griegos trataron de explicar la rivalidad entre instrumentos de viento y de cuerda refiriéndose al mito de Apolo y Marsias.

Plutarco, que negó la paternidad de la lira a Hermes atribuyéndosela a Apolo, sostuvo que éste inventó también la flauta o aulas. Ello contradice las fuentes tradicionales, que atribuyen su invención a Atenea, quien maldijo a quien osara tocarla de nuevo; pero Marsias, hijo de Hiagnis y natural de Frigia, no temió la maldición de la diosa y, por su singular ingenio y gran sabiduría, se convirtió en su mejor intérprete.

Posteriormente, otro historiador, Diodoro de Sicilia, asignó también a Marsias la invención de la flauta y la prioridad de haber puesto en música por primera vez los poemas consagrados a los dioses. En uno de sus viajes, Marsias encontró a Apolo, y lo desafió a singular duelo para demostrarle la superioridad de la flauta sobre la lira. Apolo se valió de una artimaña para vencerlo, al pedirle que desarrollara una melodía en la flauta -como él en la lira-, primero en un sentido y luego a la inversa. Como Marsias se empeñó en vano, Apolo fue declarado vencedor. La venganza del dios fue terrible, pues los dioses sólo admitían el desafío de sus iguales; lo desolló vivo, y luego lo convirtió en río. Durante mucho tiempo se mostró a la curiosidad pública una gruta cerca de Frigia, en Quelene, donde, según la tradición, Apolo había colgado la piel de Marsias para escarnio y castigo. El triunfo de Apolo no sólo significó el triunfo de la lira sobre la flauta, sino también el de los griegos sobre los extranjeros; la lira fue considerada entonces instrumento nacional, pero luego los griegos adoptaron también la flauta, al ser admitida en los juegos y fiestas del dios de las artes. La tradición inmortalizó a Marsias a través de la escultura, en forma de fauno o sátiro.