La música en el mundo grecolatino y su sistema musical
La música adquirió en Grecia un prestigio y desarrollo que no había conocido hasta entonces, gracias a los artistas músicos que se ajustaron a normas especiales para componer sus obras. Casi todos los grandes pensadores griegos y latinos dejaron interesantes noticias sobre la música y su función en la sociedad. De Grecia se conservan, además, algunos fragmentos que permiten formarnos una ideas de las melodías y ritmos.
La música griega, que al principio fue esencialmente vocal, estuvo en íntima relación con la poesía para destacar la intención del poeta y ajustar su ritmo al metro del texto literario que acompañaba. También fue monódica porque estuvo confiada a una sola voz y sin acompañamiento instrumental. Cuando el relato dramático acudió más al canto que a la oratoria, se dispuso que la lira guiara la voz humana para que ésta se mantuviera dentro de un mismo registro; así nació la declamación dramática.
Los instrumentos se limitaban entonces a mantener el ritmo y no a sostener la melodía, ya que para ellos el ritmo era el elemento esencial de la música. Los cantos griegos, llamados nomos, eran himnos, canciones y odas dedicados a cada divinidad y a cada acontecimiento importante o a cada etapa de la vida del hombre. El metro poético y la cantidad de sílabas, divididas en largas y breves, rigieron el ritmo de los cantos griegos, que fueron asimilados a los distintos modos, u ordenamiento de tonos y semitonos de la gama o escala musical. Cada dialecto impuso sus normas al ritmo y dio su nombre a cada modo. Al principio sólo hubo cinco modos, pero Juego se fijaron siete de acuerdo con el sistema de las siete tonalidades de Tolomeo; de ellos cuatro eran fundamentales: dorio, frigio, lidio y mixolidio, y los tres restantes, derivados o formales, hipodorio, hipolidio e hipofrigio.
El sistema musical de los griegos fue eptatónico y admitió tres géneros: diatónico, cromático y enarmónico. Los dos primeros concuerdan con los homónimos actuales, ya que el diatónico se basaba en la escala de cinco tonos y dos semitonos y el cromático en la sucesión exclusiva de semitonos por alteración de los tonos. El enarmónico, en cambio, no corresponde al de nuestros tiempos porque se basaba en el uso de intervalos de cuarto de tono.
Los griegos tuvieron un sistema de escritura musical que no fue uniforme, lo que ha complicado la interpretación de los pocos fragmentos que de ellos quedaron.
Los principales instrumentos griegos fueron la lira y la cítara, consideradas como instrumentos nacionales; usaron también el aulós, especie de doble flauta u oboe, de procedencia frigia. En el capítulo que dedicaremos a los instrumentos musicales recordaremos el origen mitológico de estos tres instrumentos, a los que se agregaron luego la nabla o nebel -especie de arpa hebrea y antecedente del salterio medieval-, los platillos y otros más. Entre las formas musicales griegas figuran la lirodia, la cita-rodia y la aulodia, que exigían el concurso de dos intérpretes: el instrumentista y el cantante. Más tarde se desarrolló la forma dramática, vinculada a la tragedia, y posteriormente el ditirambo, especie de ópera en miniatura, y el ballet-pantomima, que terminó por suplantar a la tragedia.
Los griegos tuvieron una concepción muy original de la música. Para ellos los sonidos estaban en relación directa con los sentimientos del alma, de manera que una serie determinada de sonidos debía provocar, necesariamente, el mismo estado anímico. De acuerdo con tal concepción, el modo dórico exaltaba el valor de los hombres ante el peligro y la resignación ante el dolor; el modo frigio estimulaba los sentimientos tumultuosos, y por tanto fue aprovechado para las fiestas dionisiacas, mientras que el modo lidio era propicio para las exaltaciones del alma y conveniente para la tragedia.
La música sufrió un retroceso en Roma, donde siempre fue considerada como oficio de esclavos. Julio César quiso favorecerla llevando a su patria músicos griegos, pero sólo durante el Imperio alcanzó cierto prestigio. Emperadores como Calígula y Nerón se atrevieron a presentarse en público como músicos profesionales, provocando un gran escándalo entre los partidarios de las antiguas costumbres. Los abusos que después se cometieron determinaron una violenta reacción. A la muerte de Nerón fueron expulsados más de cinco mil músicos que vivían a expensas del tesoro público. De ese modo comenzó la decadencia de la música en el mundo antiguo, en medio de un descrédito que contrasta con el prestigio y arraigo que había adquirido en Grecia.
Pocas son las modificaciones, en la forma externa y en el carácter interno de la música, que se pueden señalar en Roma, salvo que en ella adquirió vastas y pomposas proporciones, ya que se organizaron grandes orquestas de instrumentos de viento y coros con un número excesivo de cantantes, lo que acentuó cada vez más el carácter profano de este arte.
A pesar de lo señalado, cabe a los romanos el mérito de haber conservado la teoría musical griega; primero Tolomeo, luego Plutarco y finalmente Boecio conservaron esa tradición, y los cinco libros de que fue autor el citado en último término se convirtieron en el canon teórico de toda la Edad Media.
Pagina anterior: La antigua música hebrea como puente entre la de oriente y la de occidente
Pagina siguiente: La música en los orígenes del cristianismo. El canto ambrosiano