Labor escultórica de Miguel Angel y rasgos que la distinguen
No obstante su destacada labor como pintor, la verdadera especialidad de Miguel Ángel fue la escultura. Las obras escultóricas de este genial maestro fueron realizadas para Florencia y Roma, diferenciándose de las de otros escultores italianos porque vio a los hombres como si fueran gigantes; los concibió como seres solitarios y melancólicos curvados por el peso del destino, y los presentó como simples criaturas cuyos cuerpos podían asumir las líneas más sublimes creadas por la Naturaleza. Contrariamente a lo que sostuvo Donatello, la forma fue para él lo esencial.
Se ha dicho que, no obstante su genialidad, Miguel Ángel no formó escuela porque era demasiado grande. Muchos de los que vinieron después se limitaron a imitar sus distintas maneras, pero sólo sus manos ciclópeas fueron capaces de realizar el prodigio de obras tan imponentes como las suyas.
Parece ser que sus esculturas iniciales se basaron en temas clásicos y que la primera de todas se inspiró en la batalla de Hércules con los centauros. A los dieciocho años esculpió otro Hércules de casi dos metros de altura. Una de las primeras esculturas que realizó en la Ciudad Eterna fue La Piedad, armónico conjunto que representa a la Virgen María con Cristo, muerto, en sus brazos; actualmente se encuentra en el altar de una de las capillas de San Pedro. En orden cronológico siguió, en las circunstancias conocidas, el magnífico desnudo que representa a David, con el que demostró lo que era capaz de realizar; Miguel Ángel concibió al futuro vencedor de Goliat como a un adolescente delgado y rudo, con cabeza de dios griego. Esta maravillosa estatua es hoy uno de los tesoros más preciados de Florencia y una de las expresiones más perfectas de la escultura de todos los tiempos.
Le siguieron luego las imponentes realizaciones para los sepulcros de Lorenzo y Julián de Médicis, señores de Florencia. Entre estas esculturas de grandeza altiva, se destaca la de Lorenzo el Magnífico, que no tiene semejanza alguna con el príncipe; de proporciones gigantescas, lo representó en actitud meditabunda; por tal motivo se la conoce con el nombre de 11 Pensieroso (El Pensador). Completan la decoración de ambos sepulcros cuatro figuras alegóricas que representan El Día, La Noche, La Aurora y El Crepúsculo.
Miguel Ángel diseñó también el sepulcro para Julio II, pero no fue realizado por la inconstancia de este último. Trazó luego los planos de otro de proporciones más reducidas, cuya construcción dirigió. La única estatua de este sepulcro es el famoso Moisés, la más grandiosa de sus obras, escultura de fuerza y magnitud incomparables que hoy podemos admirar en San Pietro in Vincoli (Roma). Se dice que esta obra impresionó de tal modo por su realismo al propio autor, que éste, golpeándole la rodilla desnuda con un martillo, exclamó: “¿Por qué no hablas... ?”
De esta misma época son también dos Esclavos de figura extrañamente contorsionada, que actualmente se conservan en el Louvre de París, y varios esclavos que guarda la galería de Bellas Artes de Florencia.
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