Labor cientifica y de investigación verdaderamente prodigiosa
Resulta difícil explicar la amistad y las relaciones de Leonardo con Ludovico el Moro; el uno, sereno y noble de sentimientos, con cara de santo y porte de monarca, como alguien lo ha definido, y el otro, muy apasionado, de instintos perversos y retorcidos. Se conserva la carta que el artista le envió pidiéndole trabajo en Milán. Leonardo menciona en ella su experiencia como arquitecto, como ingeniero y como matemático, agregando que podía trabajar lo mismo en mármol que en bronce o barro y hacer en pintura tanto como el mejor. Esta carta satisfizo a Ludovico Sforza, quien lo contrató con plenos poderes como ingeniero, arquitecto, matemático, escultor, pintor y director general de obras científicas, mecánicas y artísticas, concentrando de este modo atribuciones que jamás nadie ha podido igualar en cantidad y disparidad.
Mucho nos llevaría estudiar las distintas actividades que Leonardo desplegó en la corte de Milán o analizar sus principales inventos; por lo demás ello no entra en nuestro propósito, puesto que ahora sólo nos interesa su labor artística. A título de información, mencionaremos, sin embargo, algunos de sus trabajos más destacables. No olvidemos que fue la época de actividad más intensa de su vida, pues tenía que atender simultáneamente la preparación de los bailes de honor para la corte o planear la fortificación de una ciudadela; esculpir una estatua o inventar una sierra para cortar los famosos mármoles de Carrara que utilizaba en sus obras; pintar un cuadro o discutir sobre el modo de imprimir imágenes valiéndose de la luz del sol, procedimiento que tres siglos después redescubrieron Daguerre y sus continuadores; inventar la rueda de rayos con el cubo en el centro, más ligera y económica que la antigua, o proyectar una escopeta de vapor. No existe, en verdad, rama de la ciencia o la mecánica a la que no haya dado nuevas ideas o descubrimientos. De su inventiva surgieron también valiosas iniciativas para obras de irrigación y canalización de las aguas. Sus observaciones del vuelo de las aves lo condujeron a pensar que, imitando su estructura y movimientos, los hombres podían construir aparatos que les permitirían volar. Uno de sus críticos afirma que los numerosos manuscritos de Leonardo, algunos inéditos, hablan de sus inventos y de anticipos de futuros descubrimientos, en páginas que revelan admirable y extraordinaria concisión, porque Leonardo fue también excelente escritor, como lo demuestra su Tratado de la pintura, verdadera cartilla para artistas y críticos.
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