Fama y renombre de los pintores venecianos
No obstante lo dicho hasta ahora, la verdadera fama artística de Venecia se fundamenta en el renombre y prestigio de sus pintores. En ninguna otra parte el arte pictórico adquirió tanto desarrollo como en Venecia, aunque tal nombradía sólo la consiguió tras mucho esfuerzo y años de sacrificios.
Los pintores florentinos que ya se han estudiado en otros capítulos se habían dedicado especialmente al estudio de las líneas y las formas; delineaban primero sus hermosas figuras y luego las cubrían con capas de pintura, sin lograr infundir vida al colorido; los venecianos, en cambio, desde tiempos remotos, atendieron en primer término al color, lo estudiaron tal cual se da en la Naturaleza y observaron los efectos de las distancias, así como también las condiciones de la luz y las sombras.
La grandeza pictórica de Venecia giró al principio en torno de dos grandes personalidades: un artista, padre de artistas, Jacobo Bellini, y un comerciante de antigüedades, Squarcione, que tenía en Padua, ciudad vecina de Venecia, una tienda donde se reunían artistas y poetas, a quienes protegía y alentaba a tal punto que ha sido considerado fundador de la escuela paduana, de la que Venecia luego recibió las primeras lecciones de pintura.
Hombre entusiasta, extraordinario y apasionado por las cosas bellas, Squarcione había viajado mucho por Italia y gran parte de Grecia, lo que aprovechó para ir reuniendo una interesante colección de obras de arte, entre las que figuran algunos fragmentos de esculturas griegas que despertaron gran interés entre los artistas de Padua. Uno de ellos, Mantegna, reconocido más tarde como hijo adoptivo por Squarcíone, difundió con entusiasmo el arte helénico entre sus compatriotas.
En 1459, a los 28 años de edad, se dirigió a Mantua, donde trabajó bajo la protección de los Gonzagas, mecenas del lugar. Pintó para ellos retratos de los miembros de la familia y decoró el palacio con escenas de la vida cortesana. Sus principales obras son los frescos que pintó en Padua y Mantua, aunque dejó también una considerable cantidad de lienzos y grabados que se conservan en distintas galerías de arte.
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