Pintura moderna en Estados Unidos de América
Hasta bien entrado el 1800 los pintores estadounidenses fueron principalmente retratistas que, salvo raras excepciones, pintaron de acuerdo con todas las convenciones del retrato histórico. La ola romántica repercutió en Estados Unidos a través de los paisajistas que constituyeron la escuela llamada de Hudson River. George Innes (1825-1894) veló sus paisajes, de factura realista, con algunos artificios y nebulosidades tendentes a producir un efecto romántico. Thomas Colé (1801-1848) dio un carácter popular al movimiento de Hudson River, y esporádicamente pintó también alegorías y composiciones imaginarias. Hunt y Martin y tantos otros que llegan al fin del siglo xix siguen una actitud estrictamente verista, basada en una concepción de arte que justificaba tímidas distorsiones en las formas, únicamente para intensificar la verdad del efecto que la pintura debía causar en el espectador. Whittredge murió en 1910, y desapareció con él el último representante de la escuela de Hudson River.
Dos de los mejores pintores del siglo xix fueron Winslow Homer y Thomas Eakins, el primero considerado vigoroso impresionista, y el segundo, realista penetrante, aún pintaban en los primeros años del siglo xx, pero no se descubre en sus obras de entonces ningún rasgo que demuestre la superación del academicismo finisecular.
Algunos pintores estadounidenses se expatriaron de su tierra natal o de residencia habitual y vivieron en capitales europeas estudiando, exhibiendo sus obras y hasta integrando organismos oficiales. Son ellos James M. N. Whistler (1834-1903), que vivió en Londres muchos años; John S. Sargent (1856-1925); Marie Cassatt (1845-1927), incluida siempre entre los impresionistas franceses, y otros de menor talla.
Hay que llegar a 1908 para encontrar en Estados Unidos hechos significativos de una verdadera renovación de la pintura. En ese año un grupo de artistas de Nueva York que se presentaban como Los Ocho (Davies, Glackens, Henri, Lawson, Luks, Prendergast, Shinn y Sloan) realizó una exposición en la Macbeth Gallery, y el comerciante Alfred Stieglitz presentó algunas obras de Matisse.
Los Ocho interpretaron con un lenguaje tradicional aspectos inusitados de la vida urbana, innovando así en cuanto al tema. A raíz de la muestra de Matisse se creó un movimiento a favor de las formas fauves, expresionistas, que suscitó otra innovación en cuanto al lenguaje de la pintura estadounidense.
Hasta 1913 se abren camino con dificultad esas dos innovaciones, y en este año se produce otro hecho importante: la Armory Show, exposición organizada por un grupo de artistas que se hacía llamar Asociación de Pintores y Escultores Norteamericanos. En ella se exhibieron unos seiscientos trabajos, de los cuales tres cuartas partes pertenecían a la sección estadounidense y el resto a la sección francesa, que presentó una asombrosa selección de cubistas y fauves, así como también obras de Cézanne, Gauguin y Van Gogh.
De las tendencias nuevas dadas a conocer por esta exposición, el cubismo puro arraigó poco en Estados Unidos, pese a su más importante seguidor: Max Weber.
Los Ocho y la ola de arte “moderno” que suscitó la Armory Show tuvieron su contrapeso en una corriente de realistas que, adaptando su lenguaje plástico a las nuevas formas, siguieron representando la escena diaria. En 1920 se agudiza la controversia entre realismo y no-realismo por la aparición de otro grupo, Los Inmaculados, a quienes se unieron los futuristas y juntos fueron atraídos por la máquina como símbolo de Estados Unidos en el siglo xx. La depresión económica de 1930, con todas sus consecuencias en la vida urbana, proporcionó a los pintores otro caudal de temas realistas, que fueron expresados en forma romántica o fotográfica. Llega por este tiempo a Estados Unidos el surrealismo, que ejerce influencia sobre los más jóvenes, y contemporáneamente emigran a ese país desde Alemania los famosos maestros del Bauhaus: Drewes, Albers, Feininger, Moholy Nagy y Bayer, quienes, salvo Feininger, siguieron enseñando en instituciones estadounidenses. Poco después llegaron también Ozenfant, Mondrian y Léger. Por otra parte, tanto Kandinsky como Hoffmann tuvieron gran influencia en Estados Unidos, y Jackson Pollock, discípulo del último, es considerado hoy entre los primeros abstractos del referido país.
Después de 1940, el arte “abstracto” se convierte por primera vez en el movimiento dominante en Estados Unidos y produce obras que son algo más que un simple reflejo de las similares europeas. Los nombres de Browne, Graham, Knaths, Rise Pereira, etc., lanzados por el Whitney Museum en 1935, llegaron a ser prominentes en esta tendencia.
El realismo decae ya sensiblemente en los últimos años, y aun los pintores que no siguieron abiertamente ninguna de las escuelas nuevas recibieron de éstas una influencia que se manifiesta en la constante actualización de los medios expresivos.
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