EL EMPORIO DE LAS FLORES
A unos 49 Km. al norte de La Haya se extiende la ciudad de Haarlem, capital de Holanda septentrional, que actualmente cuenta con más de setecientos años de existencia. Fue en esta ciudad donde vivió y trabajó uno de los más grandes pintores holandeses: el famoso Frans Hals. Aquí fue donde este egregio artista ensanchó los mágicos horizontes del mundo fascinante del color y de la forma. Frans Hals murió hace ya tres siglos -en 1666- y desde entonces contadísimos han sido los hijos de Haarlem que hayan podido alcanzar el renombre que aun hoy aureola a su glorioso conciudadano. Pero algo de la pasión de éste por las formas y el colorido perfectos, sobrevive todavía en la citada ciudad y sus alrededores. Efectivamente, en las inmediaciones de Haarlem y de las poblaciones vecinas, como Lisse, Hillegom y Sassenheim, se encuentran numerosos viveros de bulbos de flores. Al llegar la primavera se contempla en estas regiones el espectáculo de una eclosión magnífica de flores. Campo tras campo, acre tras acre, se esmaltan con la policromía de los narcisos, jacintos, y sobre todo, tulipanes, la flor representativa de Holanda en todas sus variedades, que son no menos de un centenar. El visitante cree hallarse ante una manifestación orgiástica del mito de Proserpina: rojo y blanco, amarillo y castaño e incluso negro, azul, violeta y púrpura, crema y rosado, en fin todos los matices de la gama, agrupados y distribuidos en superficies rectangulares. Parece una inmensa alfombra multicolor extendida sobre la campiña, ante la cual el propio Frans Hals dilataría sus ojos de admiración, si le fuera dado contemplarla por un momento.
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