El presidente Don Manuel Bulnes, cuyo nombre brilló en la paz y en la guerra
Los estadounidenses dicen de Jorge Washington que fue el primero en la guerra, el primero en la paz y el primero en el corazón de sus conciudadanos, por su obra y sus virtudes.
Estas hermosas palabras podrían aplicarlas los chilenos, con toda justicia, al general don Manuel Bulnes.
Hizo en su juventud sus primeras armas en la campaña contra el feroz Benavides, caudillo español que, después del triunfo de la Independencia de Chile, continuó por varios años sosteniendo la bandera del rey de España en los campos de la salvaje Araucania y cometió toda clase de tropelías, asesinatos y devastaciones.
Más tarde, al lado de su próximo pariente el general don Joaquín Prieto, Bulnes decidió con su valor la batalla de Lircay, que puso término a las revoluciones que ensangrentaron a la República en los primeros tiempos de su independencia.
Pocos años después le cupo la gloria de destrozar definitivamente las tropas de Pincheira, otro bandido audaz y cruel que, so pretexto también de defender al rey de España, esparcía el terror en los campos del Sur.
Su gran victoria fue, sin embargo, la de Yungay, en 1839. Chile había declarado la guerra a Bolivia y Perú, y esta batalla fue la primera victoria de las armas de Chile en una guerra extranjera.
Dos años después de este brillante hecho de armas, el vencedor de Yungay fue elegido presidente de la República.
Don Manuel Bulnes se olvidó que era militar, mientras ocupó la presidencia de la República. Su gobierno fue el de todos los hombres ilustres y capaces de su tiempo, sin distinción de opiniones ni de partidos. Respetó la Constitución y las leyes, y puso gran empeño en hacer la felicidad de sus compatriotas. Así, sus diez años de gobierno fueron de paz y de progreso, y su memoria es venerada por los chilenos.
Al terminar Bulnes su período presidencial, fue elegido en su reemplazo el más ilustre de sus ministros, don Manuel Montt. Desgraciadamente, el candidato vencido en las elecciones era un general que mandaba en Concepción parte del ejército, y la sublevó contra el gobierno legítimo.
Bulnes entonces tomó el mando de las tropas que le confió el poder legal, y coronó la larga serie de sus triunfos militares venciendo en Loncomilla a los revoltosos.
Grande, victorioso y feliz en la guerra como en la paz, murió este gran ciudadano chileno en 1867.
Pagina anterior: Semblanza de un gran chileno: Don Diego Portales, el restaurador del orden
Pagina siguiente: Don Manuel Montt y Don Antonio Vargas, dos auténticos próceres civiles