El general Manuel Oribe, prócer de la independencia y de la federación


El general Manuel Oribe nació en Montevideo en 1792, y algunos días antes de la batalla del Cerrito senió plaza como voluntario en el ejército que a las órdenes de Rondeau sitiaba la ciudad. Un cronista cuenta así la escena: “Un día se presentó en el cuartel general un joven adolescente que ceñía un sable, pendiente de un pañuelo, a su cintura; pidió hablar con el general en jefe, a quien ofreció sus servicios. Rondeau lo destinó al escuadrón de Dragones. Aquel adolescente era Manuel Oribe: tras la batalla, fue ascendido a alférez, y tres años después era ya capitán del mismo regimiento”.

Tomó parte en todas las variadas contingencias militares y políticas de su patria, y cuando Lavalleja preparó la expedición de los 33 Orientales que juraron libertar a su patria o morir en la demanda, Oribe fue el segundo jefe de la misma. Después Alvear lo nombró jefe de una de las divisiones que vencieron al imperio en Ituzaingó. Durante la presidencia del general Rivera, Oribe actuó primero en la oposición, pero después puso su espada al servicio del gobierno; fue entonces nombrado comandante general de armas y jefe del Estado Mayor, y luego ministro de Guerra y Marina, ascendido ya al grado de brigadier general.

El V de marzo de 1835, en medio del júbilo de todos los sectores de la población, el general don Manuel Oribe tomaba posesión de la presidencia de la República; el estado de la administración pública era deplorable, y todos confiaban en la honestidad de Oribe, así como en su energía, para afrontar la situación; y a poco la confianza pública era satisfecha, y una era de prosperidad se anunciaba. Estalló entonces un movimiento contra la autoridad legal, encabezado por Rivera, quien logró poco después la alianza con los emigrados antirrosistas y con la flota francesa; Oribe fue forzado a renunciar, pero se dirigió a Buenos Aires y continuó la lucha hasta 1851; en ella intervino la Confederación Argentina, pues la guerra civil uruguaya se mezcló a las internacionales que agitaron las aguas del Plata por esos días.

El general Oribe murió en Montevideo en 1857; la posteridad ha hecho justicia a sus méritos, especialmente a su acrisolada honestidad y patriotismo, a su valentía y a su espíritu combativo.