Cómo se cayeron los moai: una historia legendaria
Cuenta una vieja leyenda pascuense que, en los tiempos primitivos, los gigantescos moai caminaban solos desde las canteras del volcán Ronororaka hacia los sitios en que se encuentran ubicados actualmente. En ese tiempo los escultores trabajaban febrilmente en sus creaciones y tenían ayudantes que los atendían. Dos de éstos, con el afán de superar su condición de sirvientes, comenzaron a esculpir a escondidas de sus maestros. Su primer moai les resultó muy feo, algo mejor salió el segundo, y perfecto, el tercero. Para evitar competencias, los nuevos escultores resolvieron no tomar ayudantes; ocuparon en cambio aluna mujer vieja y fea, que luego resultó ser bruja.
Cierto día los dos artesanos pescaron la fabulosa tortuga Urararapenui, muy buscada por los isleños, porque se creía que al comer su carne se adquiría extraordinaria inteligencia, larga vida y mucha fuerza. Rápidamente le dieron muerte y la comieron sin guardar un bocado para nadie.
Cuando, al amanecer, la mujer vio el caparazón de la tortuga, buscó febrilmente un trozo de carne, y al no encontrar rastro de ella, gritó furiosamente:
-¿Dónde está mi parte?
-No hay nada para ti -contestáronle los artesanos.
Resentida y rencorosa, la mujer los maldijo a ellos y a sus obras. Desde entonces los moai perdieron la facultad de caminar, y muchos de ellos se cayeron. De los escultores nunca pudo saberse qué suerte corrieron.
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