Desenvolvimiento económico, social y cultural de la República del Paraguay
Paraguay es un jardín maravillosamente dotado por la Naturaleza; es tal vez, entre los países de la cuenca del Plata y sus tributarios, el que más variadas bellezas ofrece a cada paso. Las llanuras alternan con los bosques y con las serranías, los ríos con los arroyuelos, todo ello en un tibio clima acogedor, y en un marco colorido y fragante.
Potencialmente es un país rico, pero aún no ha logrado desenvolver con plenitud la explotación de las diversas fuentes de recursos que brinda su suelo, en gran parte por el rudo contraste que significó la guerra de la Triple Alianza, y la más reciente del Chaco, así como por las agitadas contingencias de su vida institucional.
Todos los productos característicos de la zona subtropical se dan en el Paraguay con notable largueza, especialmente el algodón y la yerba mate; se cultiva además, con intensidad, el tabaco, los citros -especialmente la naranja-, la caña de azúcar y el arroz, cuyos productos son objeto de voluminoso comercio con Argentina y otros países lindantes. Las condiciones geográficas determinan un gran intercambio comercial argentino-paraguayo: tanto la vía fluvial Paraguay-Paraná-río de la Plata, como las vías férreas -Asunción está ligada al sistema ferroviario argentino por una línea de más de 400 kilómetros- justifican esa estrecha conexión. Estados Unidos también se halla muy vinculado al Paraguay, especialmente por la inversión de capitales en la explotación de las fuentes de producción, y en el comercio.
La población ha crecido, desde 1870, con cierta lentitud; se calcula al presente en un millón y medio de habitantes, de los cuales un cuarto de millón residen en Asunción, la capital; otras ciudades importantes son Villarrica, Encarnación y Coronel Oviedo, todas las cuales llegan a las 40.000 almas.
La educación superior cuenta con una universidad, equipada convenientemente, de la que egresan los hombres que regirán mañana los destinos del país; además existen varias escuelas normales, cuyos docentes, distribuidos incluso por las más inhospitalarias regiones del Gran Chaco, luchan, como antaño los misioneros jesuitas, por llevar la luz de la civilización a los núcleos aún presos del analfabetismo, más y más reducidos cada año. Las escuelas públicas fiscales sobrepasan el número de 1.700, y cada año se crean nuevas.
Cimentadas las esperanzas en las nuevas generaciones; cicatrizadas las heridas del pasado, que tan copiosamente hicieron sangrar a la heroica nación guaraní; fraternalmente unida a los demás pueblos americanos, la República del Paraguay mira con confianza hacia un porvenir de grandeza y bienestar.
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