Los hombres que descubrieron y colonizaron las guayanas


Alonso de Ojeda, Américo Vespucio y Juan de la Cosa fueron los primeros navegantes europeos que, en las débiles carabelas españolas de los grandes descubrimientos, recorrieron esta región a fines del siglo xv.

En 1576 un grupo de misioneros jesuítas fundó el poblado de Santo Tomás, y un siglo después, en 1667, otros misioneros, oriundos de Cataluña, establecieron varias poblaciones, lo que continuaron haciendo durante la siguiente centuria. Por ello, todavía en 1816 existían, en lo que hoy forma parte del territorio venezolano, unas treinta aldeas que reunían una población que ascendía a más de 25.000 habitantes.

Con motivo de este descubrimiento se divulgó por el mundo conocido la leyenda de que se había hallado el camino para llegar a la fabulosa tierra de El Dorado, aquel paraíso imaginario, de extraordinarias riquezas y abundancia sin límites. Muchos fueron los aventureros y exploradores que acudieron atraídos por el mítico prestigio de aquella comarca. Entre ellos llegaron algunos franceses que terminaron por instalarse en Cayena en el año 1626.

Numerosos contingentes de marinos portugueses, ingleses y holandeses repitieron los viajes de exploración e iniciaron nuevas conquistas, estableciendo otras colonias.

Durante el siglo xviii y a comienzos del xix los colonos pelearon entre sí, no sólo tratando de apoderarse de las tierras colindantes, sino como reflejo de las guerras libradas en la convulsionada Europa por las metrópolis respectivas. Luego de muy cruentas luchas se concertaron diversos tratados, entre 1812 y 1817, que definieron la soberanía de cinco naciones sobre la región, a saber: Venezuela, Gran Bretaña, Holanda, Francia y Brasil.