Ostracismo y muerte de Artigas, el triunfo de su idealismo federal
Acosado por Ramírez, Artigas, con un grupo de sus soldados, atravesó el Paraná, por la Candelaria, y buscó refugio en territorio paraguayo, donde se internó el 23 de setiembre de 1820, seguido de unos pocos fieles.
Gobernaba el Paraguay el doctor Gaspar Rodríguez de Francia, quien, después de disponer que fuera disuelto el grupo de soldados de Artigas, ordenó que condujesen a éste a Asunción, donde le dio por hospedaje una celda del convento de la Merced. Allí le hizo permanecer por varios días, hasta que determinó confinarlo a la remota aldea de Curuguaty, señalándole un pequeño sueldo y una corta extensión de campo.
Muerto Francia, le sucedió en el gobierno del Paraguay don Carlos Antonio López, por cuya orden fue trasladado Artigas de su residencia de Curuguaty a una chacra de los alrededores de Asunción, donde permaneció hasta el fin de su vida, que sobrevino el 23 de setiembre de 1850.
Cuando Artigas fue a refugiarse para siempre en el Paraguay, aparecía doblemente vencido: por el conquistador lusitano, en su aspiración de independencia, respecto de los pueblos de Europa, para su tierra natal; por el gobierno de Buenos Aires, en su ideal de federación republicana. Pero Artigas, por los resultados que quedaban de su propaganda y de su obra, fue en definitiva un vencedor. Los caudillos del litoral argentino, separados de él, pero agitando la bandera que él había puesto en sus manos, derrotaban en los mismos momentos en que se eclipsaba el jefe de los orientales, al Directorio porteño, hiriendo de muerte los sueños unitarios y monárquicos que habían inspirado la política centralista de Buenos Aires.
En cuanto a la conquista lusitana, pudo mantenerse sobre el suelo oriental hasta un lustro después del ostracismo de Artigas; pero el sentimiento indómito de autonomía que el gran caudillo había estimulado en el alma de su pueblo dio impulso incontrastable a la reacción libertadora y aseguró a la patria de los orientales, si no un lugar prominente en el seno de la vasta federación que Artigas soñara, un puesto digno entre los pueblos libres de la tierra.
El 18 de julio de 1821 se proclamó la anexión de la Banda Oriental del Uruguay al Imperio de Brasil, con el nombre de Provincia Cisplatina, y en ese estado permaneció hasta 1825, año en que el coronel Juan Antonio Lavalleja, con un grupo de 33 uruguayos refugiados en Buenos Aires, invadió el país y, con la ayuda entusiasta de centenares de patriotas, puso sitio a Montevideo y proclamó en Florida, el 25 de agosto de 1825, su independencia del Brasil y su unión a las Provincias Unidas.
Los “Treinta y tres” organizaron un ejército de 2.000 hombres, con el que se incorporaron a las fuerzas argentinas ahora en guerra con Brasil a raíz de la proclamación de Florida, y contribuyeron eficazmente al triunfo de Ituzaingó logrado el 20 de febrero de 1827 sobre las fuerzas imperiales, que dio fin a la guerra.
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