La imponente majestuosidad de los volcanes ecuatorianos sobrecoge el ánimo
Hay en la cordillera un número considerable de volcanes, unos activos y otros no; son los principales el famoso Chimborazo (de 6.310 metros de altura), el Cotopaxi (de 5.994) y el Antisana (de 5.756).
Entre los volcanes activos se hallan: el Cotopaxi, el Pichincha, el Yanaurcu, el Cotacachi, el Tunguragua y el Sangay.
El Chiles, el Imbabura, el Quirotoa y algún otro han hecho erupción en los últimos siglos. Estos volcanes rara vez han vomitado lava liquida; lanzan principalmente agua, fango, cenizas y fragmentos de rocas. El Imbabura, el Cotopaxi y muchos otros arrojan sustancias fangosas que contienen plantas acuáticas, peces, etc.
El Sangay es, quizá, el volcán más destructor y más activo del mundo. Sus erupciones no han cesado desde 1728, y de sus laderas descienden continuamente corrientes de fuego, agua y fango. Las cenizas, que cubren las llanuras próximas con una capa de más de 120 metros de espesor, llegan en ocasiones hasta Guayaquil, que está a 160 kilómetros de distancia; muchas veces se oyen, en el espacio de una hora, centenares de explosiones. No es posible visitar este volcán, y los viajeros lo admiran de lejos. Entre los principales ríos de Ecuador se cuentan el Guayas (el mayor de los ríos navegables de la costa oeste de América del Sur), el Esmeraldas, el Santiago, el Mira, el Ñapo (que es uno de los grandes afluentes del Amazonas), y el Putumayo.
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