La Guerra Chiquita. Los horrores de los campos de concentración del general Weyler


Un año después de estos acontecimientos, tuvo lugar la llamada. Guerra Chiquita, que sólo duró un año y que dio comienzo a las luchas políticas. Se organizó el partido Liberal o Liberal Autonomista, que logró una serie de progresos legales, entre otros,
la tolerancia religiosa, las leyes de imprenta y la abolición del patronato y de la esclavitud. Como España se mostraba intransigente y no se cumplía el Pacto del Zanjón, los cubanos habían vuelto a su condición anterior. Los patriotas emigrados continuaban sus luchas y conspiraciones contra el poderío español, las que trajeron por secuela forzosa varios levantamientos en diversos puntos de la isla, así como algunas tentativas expedicionarias fuera del país.

Entonces fue cuando surgió la figura del iluminado José Martí, hombre de gran cultura, perseverancia apostólica, oratoria brillante y poeta de profunda inspiración, que en 1892 fundó en Estados Unidos de América el partido Revolucionario Cubano. José Martí, Máximo Gómez, Antonio Maceo y Calixto García fueron, indiscutiblemente, el nervio de la nueva revolución que se inició con el Grito de Baire, el 24 de febrero de ] 895. Antonio Maceo pasó con sus soldados desde la provincia de Santiago de Cuba a Puerto Príncipe, y enseguida las fuerzas de Máximo Gómez y Maceo penetraron en Santa Clara y Matanzas. El gobierno español, temeroso ante el empuje que había tomado la revolución, nombró por segunda vez gobernador general de Cuba a Martínez Campos. Empeñando combates, rindiendo pueblos y aniquilando al enemigo, pasó la columna invasora por la provincia de La Habana y se internó en la de Pinar del Río, donde quedó Maceo, mientras que Máximo Gómez se apoderó de gran parte de la capital. El contingente, que nunca fue mayor de dos mil hombres, cruzó invicto de un extremo a otro de la isla, arrollando al ejército español, que pasaba de cien mil hombres. Martínez Campos reconoció su fracaso ante el avance de los patriotas y renunció a su cargo.

El general español Weyler, sustituto de Martínez Campos, ordenó la concentración de los campesinos en las guarniciones, donde, faltos de alimentos y maltratados, perecieron por millares. Maceo pasó de Pinar del Río a La Habana y murió en Punta Brava, en un encuentro con las huestes españolas. Ya había caído, en Dos Ríos, el apóstol José Martí, precedido por Flor Crombet. Después cayeron José Maceo, Juan B. Zayas y Serafín Sánchez, como habrían de inmolarse tantos adalides de la nobilísima causa de la independencia. Innegablemente, la revolución estaba quebrantada tras las grandes desgracias ocurridas.