Las invasiones inglesas, toma de Maldonado y Montevideo
Ya se ha visto, en otra parte de esta obra, cómo los ingleses se apoderaron de Buenos Aires y de qué manera fueron expulsados con la ayuda del vecindario de Montevideo.
La participación importantísima que habían tenido los montevideanos en la reconquista de Buenos Aires, al organizar los primeros elementos de ella y proporcionando a Liniers el núcleo de su ejército, dio lugar a que el rey de España otorgase a Montevideo el título de Muy fiel y reconquistadora, autorizándola para añadir a su escudo de armas las banderas inglesas abatidas.
Expulsados los ingleses de Buenos Aires, no por eso abandonaron el propósito de conquistar el Río de la Plata. Sus nuevas tentativas se dirigieron a la margen oriental, que la escuadra de Popham mantuvo en bloqueo, dando tiempo a que llegaran del Cabo de Buena Esperanza refuerzos que la habilitasen para intentar la toma de sus puertos.
Entretanto, el gobierno inglés aprestaba expediciones de refuerzo, la primera de las cuales, compuesta de 4.500 hombres, al mando de sir Samuel Auchmuty, arribó a Maldonado, plaza que ya había ocupado Popham, en los primeros días de 1807. Con las tropas inglesas anteriormente llegadas, sumaban un ejército de 5.700 soldados, que, a las órdenes de Auchmuty, se dirigió a Montevideo en los cien buques de la escuadra.
El 16 de octubre esas fuerzas iniciaron su desembarco en la plaza del Buceo, y dos días después todo el ejército británico se hallaba en tierra y en marcha sobre la ciudad. El atolondrado virrey Sobremonte huyó, con numerosa escolta, hasta el Miguelete. Cuando esto se supo en Montevideo, la indignación y el anhelo por ir a rechazar a los intrusos arrebataron los ánimos.
En presencia de lo que ocurría, se solicitaron auxilios de Buenos Aires, ciudad en la que se organizó una fuerza de 2.000 hombres, al mando de Liniers. La vanguardia de ella llegó a Montevideo, pero el resto, con el propio jefe de la expedición, quedó detenida en la Colonia por falta de caballos, hasta que se resolvió vencer a pie la larga distancia. Hallábase Liniers, con esta parte de su ejército, a la altura de Santa Lucía, cuando la noticia de la toma de Montevideo vino a persuadirle de la inutilidad de avanzar más, y entonces retrocedió hacia Buenos Aires.
La plaza había sucumbido, en efecto, después de heroica resistencia, el 3 de febrero.
Corriendo el mes de mayo, dos nuevas expediciones inglesas llegaron a Montevideo, con el propósito de extender por América española las conquistas de las armas británicas. El general Whitelocke, que encabezaba una de esas expediciones, quedó en lugar de Auchmuty, como supremo jefe militar, y dispuso inmediatamente sus fuerzas para emprender la reconquista de Buenos Aires. Pasó, en efecto, a la otra margen del río, con un poderoso ejército de 12.000 hombres, y, derrotando a Liniers. llegó a las puertas de la capital del Virreinato; pero emprendido el ataque de la ciudad, ésta opuso tan vigorosa resistencia, que Whitelocke hubo de capitular después de dos días de combate. En la capitulación se pactaba, no sólo el abandono de toda pretensión sobre Buenos Aires, sino también la devolución de Montevideo al dominio español, dentro del término de dos meses.
Diose cumplimiento a esta última cláusula el 9 de setiembre. En la mañana de este día evacuaron los ingleses dicha plaza, y a las dos de la tarde el coronel Elío, nombrado meses antes gobernador en sustitución de Ruiz Huidobro, tomó posesión de la ciudad, enarbolando en ella nuevamente la bandera española.
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