De cómo Santiago de Liniers fue el alma de la reconquista de Buenos Aires


El gobierno virreinal se trasladó a Córdoba, encabezado por el propio virrey don Rafael de Sobremonte, para preparar, aparentemente, nuevos efectivos en la ciudad mediterránea, con los cuales se intentaría la expulsión del agresor. Pero la impaciencia con que los vecinos de Buenos Aires miraban la presencia ofensiva de la soldadesca británica no aguardó el cumplimiento de los planes de Sobremonte: el comandante militar de la Ensenada, don Santiago de Liniers, pasó a Montevideo, formó una fuerza expedicionaria de poco más de un millar de plazas, y, volviendo a Buenos Aires, atacó a la ciudad al tiempo que los vecinos se alzaban y luchaban con armas improvisadas contra la tropa británica; desde las azoteas, las mismas mujeres colaboraron arrojando agua hirviente, objetos contundentes, muebles y enseres diversos. Impotente ante el heroísmo porteño, el general Beresford debió rendirse a discreción, y el 12 de agosto de 1806 quedó por siempre señalado en los fastos argentinos como el Día de la Reconquista.