Biografia de Ramón Berenguer I, llamado el Viejo
(?, 1024-?, 1076) Conde de Barcelona. Hijo de Berenguer Ramón I, a la muerte de su padre, en 1035, subió al trono condal bajo la regencia de su abuela, Ermessenda, mujer de gran carácter, considerada por los historiadores como una de las personalidades más importantes de su tiempo. Alcanzada la mayoría de edad, tuvo que hacer frente a una durísima ofensiva de la nobleza feudal, que intentaba imponer su poder sobre el campesinado pasando por encima de las antiguas leyes visigóticas y de la autoridad del conde. En esta lucha, Ramón Berenguer estuvo inicialmente apoyado por la jerarquía eclesiástica, encabezada por el abad Oliba, y por los jueces, liderados por Ponç Bonfill Marc, así como por la nobleza urbana de Barcelona y su propia abuela, la condesa Ermessenda, con quien tuvo períodos de enfrentamiento a causa de la posesión de Girona. Gracias a su habilidad política, el joven conde pudo contener la presión de los señores feudales, en particular la de la casa vizcondal de Mir Geribert, que, desde sus posesiones en el Penedés, alentaba la sedición nobiliaria. Para ello tuvo que ceder en parte a las pretensiones de los señores feudales, si bien en los Usatges, compilación de derecho consuetudinario que redefinía las relaciones de poder dentro de un marco feudal, consiguió establecer firmemente la primacía del conde de Barcelona como el primero de los nobles, dentro de una relación de vasallaje. A sus conflictos con el vizconde Mir Geribert hay que añadir el que le reportó al conde, tras repudiar a su segunda esposa, Blanca, su matrimonio con Almodis de la Marca, todavía esposa del conde de Tolosa, suscitó en contra de Ramón Berenguer, de nuevo, la hostilidad de su abuela, quien logró del Papa hasta dos excomuniones contra la pareja, que más adelante serían levantadas. La consolidación de su posición permitió al conde iniciar una serie de ofensivas contra los musulmanes de Zaragoza, especialmente entre 1058 y 1062, que acabaron por valerle la adhesión de gran parte de la nobleza rebelde y le aportaron los tributos (paries) de muchos reinos de taifas, con los cuales pudo incrementar su poder económico y político.