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Biografia de Pedro I
(Queluz, Portugal, 1798-id., 1834) Emperador de Brasil (1822-1831) y rey de Portugal con el nombre de Pedro IV (1826). Tenía nueve años cuando Napoleón invadió Portugal y hubo de seguir a sus padres, Juan VI y Carlota Joaquina de Borbón, al exilio en Brasil. En 1816 contrajo matrimonio con Leopoldina Carolina de Austria. Convertido en consejero político de su padre, cuando en 1821 estalló en Portugal la revolución constitucionalista le sugirió que apoyara la Constitución liberal y regresara a Lisboa para aplacar la agitación popular ocasionada por la ausencia de la familia real. Poco después, Juan VI promulgó un decreto mediante el cual trasladaba de nuevo la corte a la metrópoli y dejaba a su hijo Pedro como príncipe regente de Brasil. Al año siguiente, con ocasión de las medidas adoptadas por las Cortes lusas contra el estatuto político y económico de Brasil, el príncipe se unió a la causa independentista, por lo que recibió el título de Defensor Perpetuo de Brasil. Como preludio de la emancipación, nombró un nuevo gobierno presidido por José B. De Andrada e Silva y convocó unas Cortes constituyentes. Sin embargo, fueron las resoluciones humillantes para el príncipe y su gobierno tomadas por las Cortes lusas las que precipitaron el llamado grito de Ypiranga, la proclamación de la independencia de Brasil por parte de Pedro. El 1 de diciembre de ese mismo año de 1822 fue coronado emperador de Brasil con el nombre de Pedro I. Sin embargo, federalistas y centralistas no tardaron en disentir en el seno del gobierno, mientras que los leales al rey de Portugal comenzaban a conspirar. Pedro I inició entonces una fuerte represión y, con ayuda del almirante Alexander Thomas Cochrane y del capitán John Pascoe Grenfell al frente de una poderosa escuadra, al cabo de un año de violentos combates logró someter a la oposición y a «los elementos portugueses». El 25 de marzo de 1824 se promulgó la primera Constitución brasileña, de fuerte carácter centralista, que consolidaba la independencia brasileña. Así lo reconoció al año siguiente Juan VI, quien recibió en compensación que Brasil pagara al Reino Unido la deuda contraída por Portugal. A la muerte de su padre, en marzo de 1826, el emperador brasileño regresó a su patria y se convirtió en Pedro IV de Portugal, pero abdicó en favor de su hija María de Gloria y, tras prometerla en matrimonio a su hermano Miguel, designó a éste regente del reino. Sin embargo, la situación se complicó a raíz de la guerra con Argentina, que concluyó en 1828 con la derrota brasileña y la pérdida de la provincia Cisplatina, que se convirtió en la República Oriental del Uruguay, y la usurpación del trono portugués por parte de su hermano Miguel. Estas circunstancias y la aplicación de la Constitución, así como los escándalos de su vida privada, estuvieron en el origen de una sucesión de revueltas que lo llevaron a renunciar a la Corona imperial en favor de su hijo Pedro II, de cinco años de edad. Regresó entonces a Europa y en Francia, con la ayuda de los liberales, organizó la expedición de Bella Vista, al frente de la cual, tras hacer escala en Azores, tomó Oporto y, en 1833, derrotó definitivamente a las fuerzas de su hermano Miguel en la batalla librada en el cabo de San Vicente. Poco más tarde entró en Lisboa, restituyó a María II en el trono y obligó a Miguel a firmar el tratado de Évora Montes por el que renunciaba a sus pretensiones. Desde entonces y hasta su muerte, rigió Portugal en nombre de su hija.
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