Biografia de Justiniano I el Grande
(Tauresio, actual Serbia, 482-Constantinopla, hoy Istambul, actual Turquía, 565) Emperador bizantino (527-565). Nacido en el seno de una familia iliria, adquirió una sólida formación como estadista en la corte del emperador Justino I, su tío, a quien sucedió, en el 527, al frente del Imperio Bizantino. Hombre de extraordinaria cultura, dedicó todos sus esfuerzos a conseguir la reconstrucción del antiguo Imperio Romano, para lo cual supo rodearse de buenos asesores, entre los cuales destacaron Teodora, su esposa y principal consejera, una emperatriz inteligente, atractiva y tenaz, el general Belisario, reconocido estratega, y Triboniano, un prestigioso jurista. Con el propósito de recuperar las que fueran otrora provincias occidentales de Roma, en manos de diferentes pueblos germánicos que habían establecido en ellas sus propios estados, el emperador bizantino reorganizó el ejército y preparó una flota poderosa, destinada a asegurarle el dominio del Mediterráneo, dado que era capaz de alcanzar con prontitud incluso las costas más alejadas de Hispania. Gracias al control de las rutas marítimas, Bizancio opuso a los germánicos, que dominaban las mesetas y las montañas del interior, un tipo de guerra basado en asedios y bloqueos. Así, en Occidente, tras largas y duras campañas, los hábiles generales de Justiniano (Narsés, Mundo, Juan Troglita, Bessas, Liberio y, sobre todo, Belisario) se adueñaron del norte de África, arrebataron Numidia a los vándalos y se impusieron a los insumisos mauros (533-548), conquistaron el sudeste de la península Ibérica a los visigodos, así como las Baleares (549-554), y llegaron a dominar toda Italia, incluidas las islas de Córcega, Cerdeña y Sicilia, después de vencer a los ostrogodos y tomar Ravena, su capital (535-554). El continuado esfuerzo desplegado en las provincias del oeste, sin embargo, facilitó las incursiones de bárbaros y persas en las fronteras orientales. Así, los eslavos penetraron en los Balcanes, asolaron Grecia hasta el Peloponeso y amenazaron Tesalónica y Constantinopla desde las costas del Epiro. Más al este, los hunos, un pueblo nómada procedente de Asia, saquearon los puertos de Crimea y de Tracia. Por último, la conquista de Antioquía por parte del ejército del rey persa Cosroes y su avance hacia las costas del Mediterráneo oriental obligó a los bizantinos a concertar una humillante paz con Persia (562). En política interior, Justiniano pretendió mejorar la administración del imperio, para lo cual sometió al control de los obispos la gestión de los gobernadores, que en las provincias fronterizas ejercían tanto el poder militar como el civil, a la vez que reducía la extensión de las provincias más ricas y vastas a fin de evitar el excesivo poder de sus administradores. Paralelamente, en materia religiosa intentó conciliar la ortodoxia cristiana y la herejía monofisita, que negaba la coexistencia de las naturalezas humana y divina de Cristo, sostenida por la emperatriz Teodora a pesar de que había sido condenada en el concilio de Calcedonia. No obstante, la empresa más importante y duradera de Justiniano fue, sin duda, la compilación y unificación de todas las leyes romanas en un solo código, el Corpus Iuris Civilis, recopilación que incluye diversos textos: el Codex Iustinianeus (529), el Digesto o Pandectae (533), las Institutiones (533), el Codex repetitae praelectionis (534) y las Novellae constitutiones. Esta obra, cuya elaboración fue confiada a una comisión de diez eminentes juristas encabezada por Triboniano, es fundamental para el conocimiento del derecho romano y ha influido decisivamente en la evolución jurídica europea.