Biografia de Isabel II de Borbón


(Madrid, 1830-París, 1904) Reina de España (1833-1868). Hija de Fernando VII y María Cristina de Borbón, seis meses antes de su nacimiento, su padre reinstauró la Pragmática Sanción de 1789, que dejaba sin efecto la ley Sálica, por la que las mujeres quedaban excluidas del trono. A raíz de esta disposición, en junio de 1833, dos meses antes del fallecimiento de Fernando VII, Isabel fue proclamada heredera del trono español en detrimento de su tío Carlos María Isidro. Coronada el 24 de octubre del mismo año, el conflicto dinástico que se planteó dio lugar a las guerras carlistas, la primera de las cuales se desarrolló durante el período de regencia de su madre, María Cristina. Ésta, en tales circunstancias, buscó el apoyo de los liberales frente al Partido Apostólico que sostenía al pretendiente Carlos. La desamortización de los bienes eclesiásticos emprendida por el ministro Mendizábal promovió el triunfo de la revolución liberal y un cierto auge económico que favoreció fundamentalmente a las clases pudientes. Sin embargo, la hostilidad de la regente hacia los liberales progresistas y su preferencia por los moderados dieron lugar al malestar social que alimentó el pronunciamiento de 1840. María Cristina abandonó el país, tras lo cual su hija Isabel quedó bajo la tutela de Argüelles y de la condesa de Espoz y Mina, y María Fernanda. Espartero, héroe de la guerra carlista, asumió entonces el gobierno y la regencia. Durante su mandato sofocó un golpe palaciego promovido por la propia María Cristina, pero sus desaciertos originaron su caída en 1843 y la proclamación anticipada de la mayoría de edad de Isabel a los trece años. A los nueve días del inicio de su reinado, Isabel II destituyó a Salustiano Olózaga, jefe del Partido Progresista y principal valedor de su causa, para dar entrada al Partido Moderado, el cual dominó la escena política durante los diez años siguientes. En este período tuvieron lugar la reforma de la Hacienda y el matrimonio de la reina con su primo Francisco de Asís de Borbón, quien la aproximó a los sectores más conservadores y clericales. Por el concordato de 1851, la Iglesia aceptó la desamortización efectuada hasta entonces, a cambio de que la reina paralizara el proceso de venta de lo que aún quedaba y financiase la restauración de conventos e iglesias y las ayudas sociales. Con el apoyo del general Narváez, cerró el paso a los progresistas, ante el temor de que éstos reanudasen el proceso desamortizador, y favoreció los gobiernos ultramontanos de Bravo Murillo y San Luis. La corrupción se había generalizado y se habían enriquecido rápidamente las camarillas próximas al poder y a la soberana. En 1854 estalló una revolución progresista que entregó el poder a Espartero y promulgó una nueva Constitución. Dos años más tarde, la reina recurrió a la Unión Liberal encabezada por O'Donnell para desplazar a los progresistas. Comenzó entonces un período de siete años caracterizado por la prosperidad económica y cierta calma política. Sin embargo, las tendencias reaccionarias de Isabel volvieron a desestabilizar el gobierno. En 1866 se produjo un conato revolucionario que fue sofocado, aunque no se corrigieron las causas que lo habían provocado. La crisis económica, el descontento popular y la conducta libertina de la reina dieron lugar en septiembre de 1868 a la revolución contra «la raza espuria de los Borbones». Isabel II, quien se hallaba de recreo en Lequeitio, huyó a Francia mientras en España se abría un proceso que desembocaría en la Primera República. Sin el apoyo de los monárquicos, la reina fue depuesta en 1868 y dos años más tarde abdicó en favor de su hijo Alfonso, el futuro Alfonso XII.

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