Biografia de Confucio (Kongzi o Kongfuci)
(Lu, hoy Shandong, actual China, 552 a.C.-id., 479 a.C.) Pensador, maestro, moralista y teórico político chino, fundador de la doctrina filosófica conocida como confucianismo. Era hijo de un militar de ascendencia noble que murió cuando él contaba tres años de edad, con lo que la familia se vio abocada a la pobreza, sin que por ello se viera afectada en modo alguno su educación. Casó a los diecinueve años de edad con una joven que lo abandonó tras darle un hijo, Bo You, mientras él trabajaba como criado del jefe del distrito donde residía, obligado por sus precarias circunstancias económicas. Tras la muerte de su madre en el año 527 a.C., comenzó su carrera de maestro, y su fama de hombre sabio se propagó rápidamente en el principado de Lu. En la segunda mitad de la época de la dinastía Zhou, el gobierno central había degenerado en China y predominaban el vicio y el crimen. El desorden general imperante derivaba, según Confucio, de la falta de modelos morales y por ello se dedicó a enseñar a sus seguidores la literatura china, para que pudieran encontrar en ella modelos a seguir. Según la tradición, parece que fue nombrado magistrado en Lu, o al menos accedió a un cargo de funcionario, desde el cual atendió con gran éxito tareas administrativas. Para conseguir restaurar el orden y erradicar el crimen, resultaba fundamental que los ciudadanos se sintieran estimulados por un gobernante cuya vida fuese un ejemplo de rectitud moral. Los principios del pensamiento de Confucio no son de carácter religioso sino ético y práctico. Esto constituye un dato interesante si se tiene presente que el confucianismo llegó a declararse religión universal en el siglo XIX, aunque en el año 1922 perdió su oficialidad. De entre las virtudes que propugnaba Confucio, las principales son la compasión y la equidad; por la compasión socorremos a nuestros semejantes, y la equidad nos hace respetar los bienes ajenos y la jerarquía social. Ambas virtudes nos conducen hacia la perfección. La veneración a los padres durante toda la vida es otro de sus conceptos claves. El deber del hombre es respetar el principio de orden de carácter divino, aprender de los grandes hombres del pasado y adquirir la sabiduría mediante el estudio, la reflexión y el esfuerzo. Así mismo, los individuos tienen el deber de cumplir rigurosamente todas sus obligaciones hacia el Estado. El emperador es considerado como divino y primer sacerdote del imperio: si obra mal, se producen catástrofes naturales cuya responsabilidad a él atañe. La función de Confucio como administrador estatal finalizó en el año 496 a.C. y se cuenta que, desde entonces, él y sus discípulos erraron durante trece años por diversas regiones de China, con la vana esperanza de que otro gobernante aceptara sus medidas de reforma. Hasta el final de sus días viviría consagrado a la enseñanza; murió en Lu, y según la tradición sus discípulos le guardaron tres años de luto. Su doctrina moral no nos ha llegado de su propia mano, sino a través de los escritos de sus seguidores; la información más fidedigna sobre su vida proviene de las Analectas, compuestas por la segunda generación de discípulos. En cuanto a Anales de primavera y otoño, cuyo autor parece ser el propio Confucio, aunque este extremo no ha podido confirmarse, es un análisis de la historia de China en el estado de Lu desde el año 722 a.C. al 481 a.C. El confucianismo ocupó un lugar central en la ideología y la vida cotidiana de China e influyó en países vecinos como Corea, Vietnam y Japón, aunque en ninguno de ellos existe hoy como religión.