Biografia de Bruno, Giordano


(Nola, actual Italia, 1548-Roma, 1600) Filósofo italiano. Hijo de un militar de familia distinguida, fue bautizado con el nombre de Filippo, y adoptó el de Giordano cuando, en 1563, ingresó en la orden dominica. En 1572 fue ordenado sacerdote, pero sus actitudes poco ortodoxas lo hicieron pronto sospechoso de herejía, de la que finalmente fue acusado, lo cual determinó que en 1576 huyera del convento de Nápoles donde residía. Tras abandonar los hábitos, viajó por Europa, hasta llegar en 1581 a París, donde sus clases públicas atrajeron la atención del rey Enrique III, quien, cuando Bruno se trasladó a Inglaterra en 1583, lo recomendó ante el embajador francés en Londres. Éste lo alojó durante dos años y lo protegió de las reacciones provocadas por la edición clandestina de sus escritos mágicos sobre el arte de la memoria, publicados primeramente en Francia; además, lo introdujo en la corte de Isabel I, donde entabló amistad con personajes influyentes. Durante su primer verano en Inglaterra inició en Oxford una serie de lecciones que pronto se vieron interrumpidas por la recepción hostil de que fueron objeto su exposición del copernicanismo y su defensa de la realidad del movimiento de la Tierra. De regreso en Londres, emprendió la redacción de los seis Diálogos italianos que constituyen la primera exposición sistemática de su filosofía. Tres de ellos son cosmológicos y contienen su concepción de un universo infinito, en especial Del universo infinito y los mundos (De l'infinito universo e mondi, 1584), poblado por innumerables mundos esencialmente similares al sistema solar, concebido éste en términos heliocéntricos. Contra el dualismo aristotélico entre los mundos sublunar y supralunar, Bruno defendió la existencia de una sustancia única, en la que forma y materia están íntimamente vinculadas y donde toda diferencia se disuelve, ya que en la infinita unidad del ser todos los opuestos coinciden, concepción que expuso en Sobre la causa, el principio y el uno (Della causa, principio e uno, 1584). En los otros tres diálogos, Bruno criticó la ética cristiana, oponiendo una exaltación de la dignidad de todas las actividades humanas al principio calvinista de la salvación a través exclusivamente de la fe y exhortando a los hombres a conquistar la virtud y la verdad fundiendo su alma con el Uno infinito: Los furores heroicos (De gli eroici furori, 1585). En el otoño de 1585 regresó a París, pero el escándalo provocado por sus tesis contra los peripatéticos lo obligó a abandonar Francia en la primavera siguiente, pasando a Alemania. Permaneció dos años en Wittenberg, donde fue titular de una cátedra, pero la progresiva influencia del calvinismo en esa ciudad lo llevó, a finales de 1588, a instalarse en Helmstadt, en la que escribió tres poemas en latín cuyos temas coinciden, en parte, con los diálogos londinenses. En ellos trató Bruno de conciliar su teoría monista con la pluralidad efectiva de las cosas y la realidad de sus cambios, desarrollando una concepción atomista de la materia, aunque finalmente la considerase penetrada en su totalidad por un alma universal, única e indivisible. En 1591 regresó a Venecia, invitado por el patricio Giovanni Mocenigo, quien, defraudado por las enseñanzas mnemotécnicas de Bruno, de las que esperaba extraer el secreto de la sabiduría, acabó por denunciarlo a la Inquisición. Trasladado a Roma en 1593, permaneció en las cárceles del Santo Oficio durante los siete años que duró su proceso; su declaración final, en la que afirmaba ignorar sobre qué había de retractarse, dio pie a que el papa Clemente VIII lo condenase a morir en la hoguera como herético impenitente.

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