Biografia de Alfonso X el Sabio
(Toledo, 1221-Sevilla, 1284) Rey de Castilla (1252-1284). Hijo de Fernando III el Santo y de Beatriz de Suabia, durante el reinado de su padre destacó en la conquista del reino de Murcia en 1241, y en las posteriores negociaciones con Jaime I, que se encontraba completando la conquista de Valencia. Fruto de estas negociaciones fueron su boda con Violante, hija del monarca catalán, con la que Alfonso tuvo diez hijos, y el tratado de Almizra, en 1244, por el cual se fijaron los límites territoriales entre las nuevas posesiones de Castilla y las de la Corona catalanoaragonesa. A la muerte de su padre (1252), Alfonso X pasó a la ofensiva en el sur de la península Ibérica, y ocupó Jerez, Medina Sidonia, Niebla y Lebrija, en 1262. A continuación, organizó en Sevilla unas atarazanas que servirían para construir la flota con la cual Castilla pretendía hacerse con el control del estrecho de Gibraltar. Los éxitos del castellano alarmaron al rey musulmán de Granada, quien llamó en su ayuda a los benimerines de Fez y organizó una sublevación de la población musulmana de Murcia. Con la ayuda de su suegro, Jaime I, que intervino en Murcia para aplastar la rebelión, Alfonso X fue capaz no sólo de contener la amenaza y recuperar Jerez, sino también de tomar Cádiz y Cartagena, en 1263. En cambio, su política exterior no fue tan afortunada en otros lugares: tuvo que desistir de sus intentos de apoderarse del Algarve, que pasó a poder de Portugal, y tampoco pudo hacer valer sus derechos sobre Navarra. Por otro lado, sus pretensiones a la Corona imperial, a través de su madre, nieta del duque de Suabia, se vieron pronto defraudadas; el viaje que se vio obligado a emprender a Alemania, y los gastos de la empresa, provocaron el descontento del pueblo y la nobleza. En medio de esta situación tan conflictiva, los benimerines de Fez desembarcaron en Algeciras, pero fueron obligados a reembarcar a causa de la enérgica campaña de Sancho, segundo hijo del rey, quien había tomado el mando tras la muerte de su hermano Fernando de la Cerda, el primogénito. El regreso de Alfonso se vio ensombrecido por los conflictos dinásticos que surgieron tras su decisión de nombrar heredero a Sancho, en 1275, en vez de a Alfonso de la Cerda, hijo de Fernando, quien, según las leyes promulgadas por el propio Alfonso X en las Partidas, era el legítimo heredero. En 1278, la flota de los benimerines derrotó a la castellana en el estrecho de Gibraltar, lo cual obligó a Alfonso a pactar una tregua. Por otra parte, el heredero Sancho no aceptó la decisión de su padre de conceder el título de rey de Jaén, en calidad de vasallo de Castilla, a Alfonso de la Cerda: se declaró en rebeldía y consiguió el apoyo de Portugal y Aragón, así como el de la mayoría de las ciudades castellanas. Ante esto, Alfonso X desheredó a su hijo en favor de los infantes de la Cerda, y padre e hijo se enfrentaron repetidamente hasta la muerte del monarca. La principal obra de Alfonso X, aparte de su labor política, se centró en el campo de la cultura y las artes. Estableció diversas escuelas de traductores, en Toledo, Sevilla y Murcia, que sirvieron para poner en contacto las culturas cristiana, judía y musulmana, y que resultaron muy útiles para la difusión de la cultura oriental, conservada por los árabes. El propio Alfonso es el autor o el inspirador de diferentes obras, que abarcan muy diversos campos: la poesía, en gallego; las leyes, como las ya citadas Partidas; la historia, con la Crónica General y la General Estoria; y las de erudición, en las cuales se abordan temas variados, que comprenden desde la astronomía tolemaica, con los Libros del saber de Astronomía, a estudios de carácter astrológico relacionados con las piedras, con el Lapidario.