Capacidad de un sistema físico para realizar trabajo. La materia
posee energía como resultado de su movimiento o de su posición en relación con
las fuerzas que actúan sobre ella.
La radiación electromagnética posee energía
que depende de su frecuencia y, por tanto, de su longitud de onda. Esta energía
se comunica a la materia cuando absorbe radiación y se recibe de la materia cuando
emite radiación. La energía asociada al movimiento se conoce como energía cinética,
mientras que la relacionada con la posición es la energía potencial. Por ejemplo,
un péndulo que oscila tiene una energía potencial máxima en los extremos de su
recorrido; en todas las posiciones intermedias tiene energía cinética y potencial
en proporciones diversas. La energía se manifiesta en varias formas, entre ellas
la energía mecánica , térmica, química, eléctrica, radiante o atómica.
Todas las formas de energía pueden convertirse
en otras formas mediante los procesos adecuados. En el proceso de transformación
puede perderse o ganarse una forma de energía, pero la suma total permanece constante.
Un peso suspendido de una cuerda tiene energía potencial debido a su posición,
puesto que puede realizar trabajo al caer. Una batería eléctrica tiene energía
potencial en forma química. Un trozo de magnesio también tiene energía potencial
en forma química, que se transforma en calor y luz si se inflama. Al disparar
un fusil, la energía potencial de la pólvora se transforma en la energía cinética
del proyectil. La energía cinética del rotor de una dinamo o alternador se convierte
en energía eléctrica mediante la inducción electromagnética. Esta energía eléctrica
puede a su vez almacenarse como energía potencial de las cargas eléctricas en
un condensador o una batería, disiparse en forma de calor o emplearse para realizar
trabajo en un dispositivo eléctrico. Todas las formas de energía tienden a transformarse
en calor, que es la forma más degradada de la energía. En los dispositivos mecánicos
la energía no empleada para realizar trabajo útil se disipa como calor de rozamiento,
y las pérdidas de los circuitos eléctricos se producen fundamentalmente en forma
de calor. Las observaciones empíricas del siglo XIX llevaron a la conclusión de
que aunque la energía puede transformarse no se puede crear ni destruir. Este
concepto, conocido como principio de conservación de la energía, constituye uno
de los principios básicos de la mecánica clásica. Al igual que el principio de
conservación de la materia, sólo se cumple en fenómenos que implican velocidades
bajas en comparación con la velocidad de la luz. Cuando las velocidades se empiezan
a aproximar a la de la luz, como ocurre en las reacciones nucleares, la materia
puede transformarse en energía y viceversa
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