1. Introducción La historia de este ser, es rica en actos
y acciones que lo definen como un patriota con gran visión del futuro y poseedor
de un tesón y voluntad indomables.
Para poder efectuar un retrato, más o menos
hilvanado y que refleje su trayectoria, es necesario comprender que dadas las
múltiples facetas de su actuación, resulta imprescindible dividir esta historia
en tres capítulos que, aunque parecen diferentes, no lo son así y están perfectamente
ligados, reflejando sus acciones y su razón en los distintos momentos de su existencia. Por
esta razón considero que es necesario estudiar a Urquiza bajo los siguientes capítulos
a saber: - Urquiza hombre
- Urquiza
militar
- Urquiza estadista
Solo
así se llega a comprender las virtudes que supo plasmar en páginas memorables
de nuestra historia patria. 2. Urquiza
Hombre Es necesario conocer su actuación y/o actividad
antes de ser llamado por el destino para desempeñarse en cargos públicos. En
rápida síntesis se llega a entender que lo animaba un espíritu batallador, con
clara inteligencia para emplearla cabalmente en sus proyectos particulares. Su
trabajo, su visión de futuro y de progreso, lo llevaron a poseer una gran fortuna,
producto de sus afanes y desvelos para progresar y lograr una desahogada posición
económica. Urquiza fue un gran hacendado y empresario de
primer orden. Organizó un saladero, de su propiedad, situado sobre el Arroyo de
La China, en los alrededores de Concepción del Uruguay, comenzando a funcionar
en 1847, llegando a movilizar un capital superior al presupuesto de la provincia
de Entre Ríos.
Allí se industrializaron vacunos, equinos
y porcinos, calculándose alguna faena en más de cuarenta y cinco mil animales. Además
de la salazón de carnes y cueros, se elaboraban velas, jabón blanco, amarillo
y negro, también perfumado. Los productos industrializados
se exportaban, casi totalmente a Brasil, Cuba, Londres, Río de Janeiro y Montevideo.
Cuando fue llamado a la función pública, era un terrateniente
de sólido presente y promisorio futuro. Señalo este aspecto, con particular énfasis,
con el fin de dejar en claro que su fortuna fue lograda con anterioridad a su
designación. Sus antecedentes familiares se remontan (para
nosotros) al mes de marzo de 1774, en donde un niño de solo doce años, Joseph
Narciso de Urquiza abandonó su casa paterna en España para emprender la tentadora
aventura de la América. Niño aún llegó a Buenos Aires recomendado
a su tío materno Don Mateo de Alzaga, quien lo inició en las actividades comerciales. Años
después, siendo un experimentado comerciante, contrajo enlace con la joven Doña
Cándida García y con el corres del tiempo y con permanencia en Buenos Aires nacieron
algunos de sus hijos. En esta situación, apreciaba que su panorama futuro se veía
limitado ya que el quería para si y para sus hijos un futuro venturoso y con posibilidades
de progreso ilimitadas. Fue entonces que, con su familia,
decidió dejar Buenos Aires y afincarse en Entre Ríos donde se transformó en un
próspero terrateniente, llegando a ocupar el cargo de mayor jerarquía en la costa
del Uruguay, Comandante General de los Partidos de Entre Ríos. El
18 de Octubre de 1801 nació su hijo Justo José en su estancia del Talar del Arroyo
Largo, hoy Arroyo Urquiza, a escasos kilómetros de Concepción del Uruguay. Justo
José cursó sus estudios primarios comunes impartidos por sacerdotes. Posteriormente
ingresó al Colegio San Carlos, en Buenos Aires. Dos años después el colegio se
cerró, por lo que él, aún muchacho, regresó a Concepción del Uruguay donde ejerció
desde 1819 diversas actividades. La prosperidad de sus negocios fue la base de
su cuantiosa fortuna y poco después llegó a alcanzar una posición espectable en
la vida de la provincia y del país. Las luchas surgidas
entre Federales y Unitarios, agitaba la vida de los pobladores lugareños. Urquiza
se suscribió al partido federal y fue elegido Diputado Provincial en 1826. Varios
proyectos de su autoría revistieron singular importancia, mereciendo destacar
entre ellos el auspicio del fomento a la educación. El Congreso
lo aprobó y en ese decreto se establecía la construcción en cada villa de la provincia
y en los pueblos de un edificio escolar y la contratación de maestros idóneos
para la impartición de la enseñanza. En 1841 fue elegido
Gobernador de Entre Ríos y a partir de ese comienza a mostrar sus grandes dotes
de estadista. 3. Urquiza Estadista Urquiza
que inicialmente era partidario del accionar de Juan Manuel de Rosas experimentó
un cambio en su pensamiento y accionar cuando con clarividencia que secundar la
política rosista, como lo venía haciendo, significaba acentuar y prolongar indefinidamente
los desencuentros argentinos. Algunas de las medidas tomadas
por Rosas, como el cierre de los ríos a la navegación extranjera perjudicaban
la economía de las provincias del litoral y de los países vecinos. Al respecto,
se le atribuyen palabras cargadas de sentimiento federal y contrarias al monopolio
de la ciudad porteña: "Rosas pone trabas a fin de que Buenos Aires sea la aduana
de toda la República y las provincias sean tributarias perpetuas" Urquiza
meditó un plan institucional con la misma cautela con que trazó su estrategia
militar. Nada quedó librado al azar y advirtió que aún
no estaba en condiciones de enfrentar a Rosas militar. Sabía
que el tiempo era su aliado y sus miras estaban puestas en la organización del
país a través de una constitución que reconociera el sistema federal como expresión
genuina de los pueblos del interior. Luego de la exitosa
campaña correntina, Urquiza ya estaba en condiciones de ocuparse personalmente
de las tareas de gobierno y poder dedicar sus esfuerzos al proyecto nacional. La
adopción de medidas de orden educativo, cultural y económico surgieron en gran
profusión, sin contar las administrativas, judiciales y militares. Entre
Ríos adquirió tal prosperidad que sobresalió netamente entre sus hermanas de la
confederación y solo rivalizó con Buenos Aires. Se preocupó
por la mejora del ganado, principal riqueza de la provincia y además impulsó la
agricultura para la que proveyó medidas adecuadas. La economía
entrerriana puede decirse que al promediar el siglo XIX era muy próspera. Según
estadísticas, las exportaciones superaban a las importaciones lo que permitió
encarar obras de envergadura, tales como edificios públicos y escuelas. Entre
las escuelas también debe contarse la que fue su obra cumbre en la educación,
me refiero a la fundación del Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, el cual
tenía un designio bien marcado: formar las generaciones dirigentes del país a
organizarse. El Colegio tuvo categoría superior e incluso
funcionaron el él una Escuela de derecho y otra de Estudios militares. Finalizada
la campaña a Corrientes Urquiza pensó resarcirse de la dura vida de los campamentos
militares y para ello contrató a arquitectos italianos para proyectar y dirigir
lo que sería su suntuosa residencia campestre en San José. Merece
destacarse que en ese predio ordenó también la creación de una capilla, la que
puso bajo la advocación de San José. Para la ocasión de
la inauguración asistió el Nuncio Pontificio Monseñor Marino Marini, lo que constituyó
un hecho auspicioso para el país, pues este acercamiento facilitó la reanudación
de las relaciones con el Vaticano, suspendidas desde 1810. Las
desinteligencias con Rosas llevaron a Urquiza a acelerar su proyecto para la organización
del país. Para este fin trató el tema con distintos gobernadores, más en su mayoría,
por temor u obsecuencia, le negaron su apoyo. Fue entonces
que, demostrando la firmeza de su carácter y la claridad de sus convicciones dio
a conocer el 1 de Mayo de 1851 el decreto conocido con el nombre de pronunciamiento,
que fuera redactado el día anterior por su secretario Dr D Juan Francisco Seguí,
en el Palacio San José. Por ese decreto, la provincia de
Entre Ríos reasumía las facultades inherentes a un estado soberano y retiraba
los delegados en el gobierno de Buenos Aires. Desde ese
momento, Entre Ríos quedó en aptitud de entenderse directamente con los países
de la comunidad internacional hasta que la reunión de un congreso nacional constituyera
definitivamente la república. Los sucesivos acontecimientos
y, latente aún la conmoción producida por la derrota de Rosas en Caseros, reavivaron
los deseos de lograr una Argentina unida sólidamente. Con este fin se lograron
acuerdos entre los protagonistas de manera que las medidas que en el futuro se
adoptaban debían ser el reflejo de los términos del acuerdo y nadie podía argumentar
sorpresas o desconfianzas en su proceder. El acuerdo de
San Nicolás constituyó un trascendente documento de nuestra vida institucional,
en el que se aunaron las voluntades de las provincias para organizar definitivamente
el país bajo una conducción federal. Sin embargo, no sucedió
lo mismo con la recelosa Buenos Aires, que luego de Caseros renovó la cámara de
representantes, y los miembros que la integraban eran, en su mayoría, contrarias
a Urquiza, las cuales impugnaron lo actuado por el Gobernador Vicente López y
Planes. Los desencuentros entre porteños y provincianos
afloraron con tanta o mayor virulencia que antaño. Con posterioridad,
los Diputados designados como congresales fueron llegando a Santa fe, lugar escogido
para que en él funcionara el Congreso Constituyente. Este,
luego de intensas deliberaciones, sancionó el 1 de Mayo de 1853 la Constitución
Nacional, que con algunas reformas, hoy nos rige. Urquiza
cumplió con el plan establecido, y con legítimo orgullo puede expresar: "Alzese,
pues, bien alto la ley nacional y sea de todos profundamente respetada, puesto
que a mi me ha cabido el deber de hacerla ejecutar". Una
vez en vigencia la constitución, se procedió al llamado a elecciones para la integración
del ejecutivo y en su sesión del 20 de febrero de 1854, el Congreso proclamó la
fórmula Justo José de Urquiza para presidente y como vice al Dr Salvador María
del Carril. Merece dejar en claro, que para la elección
del vicepresidente había dos postulantes, el antes mencionado y el Dr Facundo
Zuviría. La elección se presentaba sumamente reñida por lo que en el deseo de
evitar posibles obstáculos y/o rozamientos, presentó su renuncia el Dr Zuviría. Su
alejamiento produjo el alejamiento de Santiago Derqui al gabinete. De inmediato
se declaró a Paraná, capital de la Confederación, al mismo tiempo que se federalizó
la provincia de Entre Ríos. Todas estas medidas tuvieron
su rechazo por parte de Buenos Aires, lo que, mediante su acción opositora, puso
en serios problemas económicos a la Confederación. La secesión
y el activo contrabando operaron en detrimento del pujante desarrollo a que aspiraban. Buenos
Aires hizo sentir la ventaja que representaba el tener el puerto, el cual permitía
el contacto directo con los puertos de ultramar. A las provincias
litoraleñas solo podía llegar barcos de escaso porte, los cuales debían, por fuerza,
transportar su carga a barcos de gran porte y que estaban construidos para soportar
los embates del mar durante las largas travesías. Se intentó
obviar estas dificultades recurriendo al puerto de Montevideo. La idea de recurrir
a los puertos chilenos de Copiapó y Cobija en el pacífico, solo fue viable para
los productos de las provincias del noroeste y de Cuyo. El
Congreso desarrolló febril actividad y se adoptaron medidas de gran importancia,
todas ellas muestran la clara disposición para hacer todo lo que sea posible para
mejorar las condiciones de vida de la población, para lo cual se buscaba aumentar
las fuentes de trabajo y por lo tanto el empleo de mano de obra, y simultáneamente
posibilitar el incremento de la economía merced al aumento de la producción. El
Congreso tenía plena conciencia de la necesidad de fomentar la inmigración, a
fin de intensificar la producción proveniente del agro y por lo tanto incrementar
los saldos exportables. A tal fin se enviaron agentes a Europa para fomentar la
inmigración y al mismo tiempo difundir mediante folletos y libros con noticias
del país para conocimiento de los potenciales inmigrantes. Sería
demasiado extenso seguir enumerando logros y realidades alcanzadas por ese gobierno.
Considero que lo expuesto permite formarse una idea cabal
del extraordinario impulso dado en procura del engrandecimiento del país y de
la independencia argentina que soñaban. Los últimos años
de su presidencia se vieron perturbados por el agravamiento de las relaciones
con Buenos Aires, pese a los tratados de amistad y los deseos de integridad nacional. Buenos
Aires y la Confederación se hallaban en virtual estado de guerra. De nada sirvieron
las gestiones oficiales y oficiosas de extranjeros y particulares simpatizantes
de la unión. Ya planteado el problema y como única solución
apelar a la lucha armada, corresponde en la semblanza de Urquiza hasta aquí tratado,
considerar la última faceta del mismo, vale decir al Urquiza hombre y estadista,
ahora en su rol de militar. 4. Urquiza
Militar Previo a tratar este aspecto en particular,
creo conveniente mostrar rápidamente, cual si fuera una pincelada costumbrista,
la situación política existente en el país en aquella época, a saber: Buenos
Aires, la poderosa provincia, era la llave de entrada y salida de todos los productos
que se importaban o se exportaban. Las arcas del tesoro
recibían fuertes ingresos provenientes de la aduana, en desmedro de las economías
provinciales, las que se veían compelidas a comerciar bajo la intervención monopólica
del mayor estado de la época. Las provincias eran independientes
entre si, pero padecían de un mal que se había enquistado en las clases gobernantes
de aquel entonces, y este mal consistía que en su gran mayoría estaban gobernados
por gobernadores que en realidad eran caudillos para los cuales su palabra, sus
deseos y sus actos constituían la ley, y dejaban sentado que vulnerar sus designios
era una falta gravísima y por lo tanto eran pasibles de sanciones y castigos de
variada índole. Como es lógico suponer, dentro de cada provincia
existían hombres que se consideraban en condiciones de ser gobierno, potenciales
enemigos de la autoridad existente y promotores de múltiples trabas en la acción
gubernamental regional. Además, varios gobernadores tenían
aspiraciones de expansión territorial, por lo que tenían en su mente la idea de
conquista basada en la fuerza y contundencia de las armas. Esta
situación produjo cruentos enfrentamientos, los que en realidad no eran luchas
entre provincias sino guerras entre caudillos. Mucha sangre
se derramó en estas contiendas, sangre que regó los campos de batalla, y que lo
único que se logró fue el atraso regional y el retorno a una vida semi-salvaje. Urquiza,
si bien no tenía ansias de expansión, debió intervenir en distintos combates en
defensa de ataques que se llevaron a cabo contra su provincia, la que era apetecida
por caudillos que aspiraban adueñarse del as inmensas riquezas de sus provincia,
riquezas logradas en base al trabajo, buena administración y espíritu de progreso,
como así también el sentido de respeto y dedicación que supo inculcar a sus subordinados
y a sus gobernados. No entraré en detalle respecto de las
luchas en que intervino, pues no hace mucho más a esta somera monografía, para
ello cito estos enfrentamientos armados al solo título infinitivo, en Corrientes,
la Banda Oriental y en la propia Entre Ríos. Los teatros
de operaciones en que intervino fueron: Pago Largo, Sauce Grande, Caaguazú, Arroyo
Grande, India Muerta y Laguna Limpia. Por esos lugares mostró su figura victoriosa
y su comportamiento correcto y condescendiente para con el vencido. El
problema suscitado con Buenos Aires llevó a la intervención al Ejército Entrerriano
a un enfrentamiento contra las fuerzas porteñas en los campos de Cepeda. Desde
el mismo campo de combate, Urquiza lanzó una proclama destinada a los hombres
de Buenos Aires y expresaba: "Deseo que los hijos de esta tierra y herederos de
una misma gloria no se armen más los unos contra los otros, deseo que los hijos
de Buenos Aires sean argentinos". La actuación cumbre de
Urquiza militar se produjo cuando se decidió derrotar a Rosas, culpable y responsable
de los virulentos desacuerdos entre porteños y provincianos. Para
la ocasión Urquiza formó el ejército grande, el que llegó a contar con algo más
de veintiocho mil efectivos, y debía concentrarse en Diamante, Entre Ríos. El
posterior cruce constituyó una hazaña extraordinaria. Urquiza y su Ejército se
internaron en territorio santafecino, en dirección a Buenos Aires. Rosas delegó
transitoriamente el gobierno de su provincia para ponerse al frente de los efectivos. El
3 de febrero de 1852, en las cercanías del Palomar de Caseros tuvo lugar el encuentro
entre ambas fuerzas. Pocas horas duró la lucha y el Ejército
de Rosas se derrumbó y con él a un largo periodo inconstitucional. Urquiza
triunfador se instaló en la residencia de Rosas en Palermo y entre sus primeras
medidas nombró gobernador de Buenos Aires a Vicente López y Planes. Secuela
de este triunfo fue el Protocolo firmado en Palermo, donde se sentaron las bases
para una reunión en San Nicolás de los Arroyos. El 3 de
mayo de 1852 se suscribió un acuerdo por el cual los gobernantes signatarios manifestaron
su propósito de reunir un Congreso constituyente en Santa Fe. Reunido
el mismo, el Congreso sancionó la Constitución Nacional. Urquiza,
en el orden interno de su provincia, tenía un acérrimo enemigo llamado Ricardo
López Jordán, el cual tenía aspiraciones de gobernante, pero fue dos veces consecutivas
postergado por su rival al cual profesaba intenso odio y sorda envidia. López
Jordán reunió y dio instrucción a un grupo de trámite insurgente de asesinar a
Urquiza. El 11 de abril de 1870, ese grupo irrumpió en el
Palacio San José, donde el héroe de tantas luchas recibió un balazo en la mejilla
izquierda y aún herido marchó hacia su dormitorio en busca de un arma, pero fue
ultimado antes de cumplir su propósito. Luego de estos hechos,
la Cámara Legislativa nombró como gobernador de Entre Ríos a López Jordán. El
Gobierno Nacional sabedor de quien ordenó el asesinato de Urquiza mandó la intervención
a Entre Ríos y se generó una lucha civil durante varios años en los cuales la
provincia se vio inmersa en el caos, el terror y la muerte. La
posteridad reconoció tardíamente la obra de Urquiza y comprendió que la organización
nacional por él diagramada fue el factor decisivo para lograr la grandeza y prosperidad
que posibilitaron que la Argentina tuviera un papel preponderante en el mundo.
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