1. Introducción Hacia finales del siglo XI, los Incas emigraron desde
el centro de Bolivia hacia la zona norte de Perú. Según la leyenda fueron guiados
por Manco Cápac y sus hermanas hasta un sitio donde se hundió en la tierra una
vara de oro que llevaban.
Hacia el siglo XV comenzaron a expandirse, luchando contra
los pueblos vecinos. Los artífices de este crecimiento fueron el Inca Pachacutec
Yupanqui y su hijo Topa Inca, que lograron, en tan breve lapso, incrementar sus
fronteras a más de 5.000 Km., abarcando una superficie de 900.000 Km2
. Fueron maestros en el arte de la guerra y la ingeniería, crearon un sistema
de reparto tripartito de la tierra que aseguraba tranquilidad a todos los habitantes
del imperio. La red de carreteras permitía unir Colombia con Tucumán, en Argentina.
Pese a su grandeza fueron derrotados, por un puñado de españoles, en 1534. Los
Comienzos Hacia fines del siglo XI el pueblo Inca emigró desde las proximidades
del centro de Bolivia, hasta el fértil valle del Cuzco en la actual República
del Perú. Según la leyenda Manco Cápac y sus hermanas deambularon por las sierras
hasta que un bastón de oro que llevaban se hundió en la tierra en un sitio que
está al este del actual Cuzco. Luego de una serie de terribles pelea con los moradores
del lugar, lograron establecerse y la primera construcción, que hicieron fue el
Coricancha, el templo del Sol. Durante bastante tiempo los Incas permanecieron
en la nueva zona y no pasaban de ser una de las tantas tribus que peleaban entre
sí. De manera alguna, habían desarrollado la idea de extenderse o apropiarse de
más territorios de los que tenían. Recién el cuarto monarca, Mayta Cápac, comenzó
la expansión. De hecho fue el primer conquistador al sojuzgar el país desde el
nacimiento del Titicaca hasta las cuencas fluviales de la costa. Sin embargo,
hubo que esperar hasta el octavo monarca, Viracocha Inca (que tomó su nombre del
dios creador del mundo) para que los incas iniciaran su gran expansión. Fue el
primero que tuvo como objetivo el dominio permanente de pueblos no incas. Hasta
este momento los pueblos vecinos eran derrotados, pero sin condiciones, tales
como la imposición de gobernantes. Secundado por sus hábiles generales, comenzó
rápidamente a incorporar otros territorios a sus dominios. Pero conviene ver como
se dio este proceso y contra quién luchaban. Incas Al Ataque Los lupacas
y los collas del Lago Titicaca, muy al sureste de Cuzco, eran dos tribus de lengua
aimará que, juntos a los incas, eran los grupos más poderosos de la región.
Inmediatamente al oeste de Cuzco estaban los quechuas, de la misma sangre, idioma
y cultura que los incas (algo así como sus primos hermanos, diríamos); al oeste
de éstos los chancas, que durante los primeros tiempos del reinado de Viracocha
había ocupado los territorios quechuas. Los primeros en quedar "fuera de competencia"
fueron los lupacas, a quienes los collas derrotaron porque no deseaban que se
aliaran con los incas. Un poco más tarde los chacas fueron rechazados heroicamente
por los incas, que los expulsaron de su territorio.
La muerte de Viracocha Inca marcó el fin de un periodo
que tiene bastante de leyenda, para entrar el ciclo conocido como imperio histórico,
cuyo gran personaje es el inca Pachacutec. Entre él y su hijo, Topa Inca Yupanqui
lograron, en menos de 50 años, extender el imperio desde el norte del Ecuador
hasta el centro de Chile, lo que hace una distancia de 5.800 Km. y una superficie
de 900.000 Km2. Fueron los creadores de la mitima, el traslado
en masa de un pueblo vencido a otra región geográfica bien distante (tal como
le hicieron los españoles a los indios Quilmes, en la Argentina). Finalmente,
después de vencer a los rebeldes collas y lupacas, (que aprovechando que los ejércitos
del inca se hallaban lejos habían decidido insurreccionarse) y los poderosos chimús.
Topa Inca Yupanqui se dedicó a la tarea de organizar el país. Corría el
año 1493. Fue el primero en organizar un censo, depuso a los antiguos jefes
hereditarios y los reemplazó por los curacas, funcionarios leales y nombrados
por él. Dividió la tierra entre campesinos, iglesia y Estado. También estableció
la servidumbre, llamada yanaconazgo. 2. Organización
social y política El centro de la vida era el ayllu. Esto es como una
inmensa familia, con muchos parientes y primos. El ayllu era el grupo social
fundamental en el Perú y existía mucho antes del imperio Inca. En los primeros
tiempos, cada ayllu tenia tierras de cultivo y un jefe, el Sinchi, al que le debían
obediencia. El la época imperial, los incas desplazaron al Sinchi, por otro
funcionario llamado curaca también familiar, pero nombrado directamente por el
Inca. Esto le permitía tener un gran control sobre todas las comunidades.
Los ayllu de una región estaban agrupados en sayas (secciones) y estas formaban
un huamán (provincia). Cada provincia tenía su capital. Las provincias estaban
agrupadas en cada uno de los cuatro cuartos (suyus) en los que se dividía el imperio
a saber: El Cuzco era la capital inca, centro del imperio. El cuarto noroeste
o Chinchasuyu, abarcaba Ecuador y el norte Peruano; el Antisuyu comprendía el
noroeste y el Collasuyu, hacia el sureste, ocupaba las tierras altas de los aimarás,
la cuenca del lago Titicaca, la mayor parte de Bolivia, y las tierras altas del
noroeste de Argentina y el norte de Chile. El imperio, en su total recibía
el nombre de Tahuantisuyu, "la tierra de los cuatro cuartos". Los gobernadores
de los cuatro cuartos formaban parte del Concejo de Estado, con sede en Cuzco
y, generalmente, eran parientes del Inca. Los gobernadores mandaba a los curacas,
que tenían distintas categorías según cuantos hombres o contribuyentes tuvieran
bajo su jefatura, así el de mayor categoría era el que controlaba a 10.000 y el
de menor a 100. Al frente de grupos más pequeños estaba los capataces, plebeyos
nombrados por curacas. La estructura social era similar a la de un moderno ejército,
con cabos y sargentos dirigiendo grupos reducidos, y oficiales para los grupos
mayores. Super Estado El Estado ejercía muy importantes funciones en
la sociedad incaica. La tierra era de su propiedad y la mayor parte de explotaba
comunalmente, también le pertenecía los rebaños de llamas y las minas. El
estado protegía a la población del hambre, la explotación y de cualquier necesidad;
pero el precio era duro, los individuos estaban muy reglamentados, no se podía
salir de la comunidad sin permiso. De todas maneras, los nobles y sacerdotes eran
mantenidos por el trabajo del pueblo. Las tierras tenían, entonces un reparto
tripartito; esto es el Estado, la Iglesia (sacerdotes), y el pueblo. A cada
persona se le daba tierra para que pudiera alimentar bien a su familia. Los límites
de los campos estaban marcados y su destrucción era considerada delito gravísimo.
Las tierras no comunales eran cultivadas primero. Cuando llegaba la época de siembra
o cosecha llegaban los funcionarios para avisar que era hora de ocuparse de los
campos sagrados. Los cosechado en los campos del Estado o de los sacerdotes,
era guardado en depósitos separados y lo obtenido era para alimentar a sacerdotes
o nobles. En las zonas de pastura de tierras montañosas, la mayor parte de
las llamas pertenecían al gobierno que almacenaba la lana y luego la repartía
entre las familias, según sus necesidades. El campesino tenía como propios
la casa, el establo, pequeños animales domésticos (perros, cobayos, patos y gallinas
sin cola) y el granero, además de los útiles de labranza. Es importante señalar
que las comunidades de montaña poseían tierras en zonas costeras y viceversa,
así no se producían saturaciones con un mismo tipo de alimento. El pueblo
debía además realizar trabajos públicos, (servicio en el ejercito, construcción
de carreteras, puentes o fuertes) a esto se le denominaba mita. El tiempo
de la mita era variable y podía extenderse durante bastante tiempo. De este servicio,
obligatorio entre los 18 y los 50 años, estaban exentos los artistas y artesanos.
Los yanaconas eran jóvenes separados muy temprano de los ayilus y eran utilizados,
ya sea para tareas en la corte o en la agricultura. A diferencia de la mita,
que después de cumplida autorizaba a regresar a su tierra, los yanaconas no regresaban
más. Como en ocasiones se los entregaba para el servicio personal de los curacas,
con el tiempo podían ellos mismos tener ese cargo. Las niñas más bellas e
inteligentes eran llevadas a ser educadas en los templos o ser destinadas al sacrificio.
Algunas, las que mejores dotes demostraran eran educadas para ser Vírgenes del
Sol, sacerdotisas que debían hacer votos de castidad perpetua. Las menos bonitas,
las reservaban para tareas comunales y eran llamadas huasipascunas, muchachas
descartadas. 3. La Religión Durante el imperio
incaico el Estado se encargaba de sostener a la Iglesia, un caso único en la América
indígena. Los fines principales de la iglesia eran el incremento de las reservas
alimenticias y la curación de los enfermos. El dios supremo era Viracocha.
Era inmortal y era el creador de todas las cosas de la tierra y el universo.
También fueron adoradores del Sol, Inti, el dios principal, protector de la dinastía
real. Se lo presentaba con una humana de la que salían rayos. Tenía un templo,
el Coricancha. Le seguía en importancia el dios del Trueno, llamado Illapa, el
agua de la lluvia -creían que venía de una fuente celestial-. La Luna, Manaquilla,
era la esposa del Sol. El planeta Venus, era muy importante consideraban que
cuidaba a los humanos. El grupo de estrellas de las Pléyades protegía a las semillas.
Las diosas, de la tierra, Pachamama; y Mamacocha, del mar, eran muy importantes
para la agricultura y la pesca. Las ofrendas a los dioses se colocaban en
altares, a la vera de los caminos, eran llamados huacas. Existían también santuarios
de piedra para orar, llamados apachetas. También reverenciaban a las cumbres
cubiertas por nieves eternas. Lo significativo es que, prácticamente, no tenían
templos pues, las ceremonias religiosas se desarrollaban al aire libre, en patios,
que estaban en los centros ceremoniales. El culto de los muertos era importantísimo.
Después de la muerte, las personas eran momificadas y transcurrido un tiempo,
eran llevadas a sus casas. Los sacerdotes estaban divididos en categorías,
el Sumo Sacerdote llevaba el nombre de Villac Umu, y era siempre algún pariente
cercano del Inca. Para obtener el perdón de los pecados, los fieles debían
confesarse ante el sacerdote. También creían en la adivinación y en la interpretación
de presagios. El Inca Y La Nobleza El Inca, o jefe supremo del pueblo
inca, era para su pueblo un dios viviente, con poderes totales y absolutos. En
los primeros tiempos los incas se casaban con las hijas de los monarca vecinos,
pero más tarde se consideró que el linaje perdería su pureza y solo se casaban
con sus hermanas. Además de su hermana, o esposa principal, tenía un harén de
esposas secundarias que eran llamadas mujeres escogidas, por esto tenían muchísimos
hijos que con el tiempo formaban un ayllu especial (llamado panaca), que constituía
la gran nobleza. Los sucesores del trono eran los hijos. El Inca lo elegía
por su inteligencia. Solo podían sucederle aquellos que hubieran tenido con la
coya, o esposa principal. El elegido era educado directamente por sus padres,
pues a nadie se le huera ocurrido educar a un dios. Nadie podía presentarse de
cara al emperador y durante las entrevistas, este permanecía oculto tras un cortinado.
Al verlo se debía estar descalzo y soportar una pequeña carga en la espalda para
indicar sumisión. Su adorno más característico era una banda, de unos 10 cm.,
confeccionada con tubitos de oro, de los que colgaban borlas rojas. Eran transportados
en literas, con toldos y cortinas bordadas, de manera que podía viajar sin que
le vieran la cara. Las leyes del Inca eran aceptadas por todos, sin chistar,
pues se consideraba que habían sido elaboradas por un dios. Los nobles más importantes
eran los descendientes directos del Inca y se caracterizaban por llevar grandes
orejeras de oro. Los nobles de importancia menor, eran los curacas. Todos gozaban
de privilegios: No pagaban impuestos, eran mantenidos por el gobierno, se les
daba tierras en premio, y además, podían tener otras esposas, ser transportados
en litera, usar quitasoles y usar ropas parecidas a las del Inca. 4.
Los Guerreros Con los incas la guerra logró un grado de desarrollo
tan grande que no fue igualado por ningún otro pueblo de la América india. Si
bien las primeras guerras tuvieron para los incas motivos económicos; posteriormente,
las causan no respondían a otro propósito que el deseo del Inca de aumentar su
prestigio, pues cada emperador inca tenía el deseo de sobrepasar a los anteriores.
Los no exigían tributo de los pueblos conquistados, como los aztecas, simplemente
se les obligaba a reverenciar al Inti y a Viracocha. Se les dejaban sus antiguos
dioses, y a los jefes locales se los nombraba curacas. A veces, las zonas conquistaban
eran tan pobres que más que ganancia, era una responsabilidad. Como la vida
estaba tan ordenada la guerra era la única manera de competir y sobresalir.
Se estilaba la lucha cuerpo a cuerpo, pues no usaban ni arcos, ni flechas; en
cambio, empleaban hondas, boleadoras y mazas que tenían encajadas, un palo afilado
y escudos. Se usaban con ambas manos. También empleaban espadas de madera durísima,
llamadas macanas, además de hachas de guerra con hojas de piedra o cobre y largas
lanzas de madera, con la punta endurecida al fuego. Para protegerse usaban
camisas de algodón acolchados y eran tan eficaces que los españoles las adoptaron
descartando las suyas de acero, calurosas y pesadas. En la cabeza usaban cascos
de madera o caña trenzada. Los alimentos estaban asegurados, pues a lo largo
de la red caminera había depósitos de provisiones, siempre a punto; si debían
desplazarse muy lejos recuas de llamas, eran las encargadas de transportar lo
necesario. Los soldados llevaban ídolos, altares y también estatuillas con
la figura de incas fallecidos para que les dieran suerte. Al vencer al enemigo
se hacían un censo de la población y posteriormente, se elegía una nueva capital
donde se asentaban los edificios oficiales. Las poblaciones eran trasladadas cerca
de campos cultivables. Si eran muy belicosos, se trasladaba a la población integra
a otro lugar geográfico distante. Este operativo se llamaba -reiteramos- mitima.
Los ingenieros militares construyeron una formidable red caminera cuyo tramo más
largo unía la actual Colombia con Tucumán, en Argentina. En todos los caminos
había tambos o posadas y pequeños puestos que eran los lugares de relevo de
los chasquis o mensajeros. Para cruzar los impetuosos ríos de montaña hicieron
puentes colgantes. Asimismo, edificaron el las laderas de las montañas (basándose
en conocimiento de otras culturas), grandes terrazas de cultivo, similares a escaleras
gigantes, que servían para aprovechar al máximo la difícil naturaleza. Vida
Económica La economía incaica se basaba esencialmente en la agricultura. Sus
cultivos principales eran las papas (de las que tenían cerca de 200 variedades)
y el maíz. También de muchos tipos. Cultivaban también porotos, zapallos, ulluco
(tubérculo), calabazas, quinoa (de granitos parecidos al parecidos al arroz y
considerada la reserva alimenticia del siglo XXI), maníes, guayabas, y algodón.
Como fertilizantes usaban la bosta de viñucas y llamas. La coca era cultivada
en las áreas selváticas y era usada en las ceremonias religiosas. El sembrado
se efectuaba abriendo la tierra con mazas, para después agujerearla con una pala
angosta, con soportes para apoyar el pie llamada taklla. Las semillas eran colocadas
en las hileras de orificios y luego se las tapaba. La naturaleza montañosa les
hizo copiar sistemas de cultivo de antiguas tribus de la región, que consistían
en terrazas hechas con paradores de piedras en las laderas de la montaña.
Vistas desde lejos parecen escaleras de gigantes. Tenían sistemas de riego y desagües
perfectos. El grano se almacenaban en depósitos llamados colcas. La ganadería,
exclusiva de las zonas montañosas, estaban constituida por llamas y alpacas, que
eran totalmente domesticas, de ellas se obtenía la leche; además se las utilizaba
para el transporte; guanacos y viñucas eran salvajes y había que cazarlos.
De las viñucas se aprovechaba la lana y después de esquilarlas eran dejadas en
libertad; del guanaco se consumía la carne. Los pueblos de la costa consumían
pescado y mariscos; para sus áreas cultivadas usaban como fertilizantes el guano
(deposiciones de aves marinas). La Educación La educación en el imperio
incaico estaba reservada a los nobles y se impartía en escuelas ubicadas en la
ciudad de Cuzco. Se les enseñaba aritmética y astronomía. Teniendo en cuenta que
la economía estaba basada en la agricultura se comprende la importancia de estas
ciencias para medir las tierras, y calcular los cambios de estaciones. Los
amautas eran los encargados de enseñar los preceptos religiosos, los conocimientos
políticos, históricos y el manejo de los quipus. El resto del pueblo no tenía
acceso a una educación sistemática. Se procuraba, no obstante, que todos los habitantes
del imperio aprendieran el quechua, pero más por intereses políticos, que educativos. La
Moda La indumentaria incaica era la típica de todos los pueblos andinos y
los de la costa. El Estado Incaico tenía el monopolio de las fibras textiles:
la lana en las tierras altas y el algodón en la costa. El comercio posibilitó
que las prendas confeccionadas en esos materiales se usaran en todo el territorio.
Los hombres usaban un taparrabos que se pasaba entre las piernas y se ajustaba
con un cinturón. También llevaban ponchos y, en ocasiones, capa. Transportaban
siempre una bolsita conteniendo hojas de coca, efectos personales y amuletos.
Las mujeres vestían una especie de camisola que llegaba hasta los tobillos y se
ajustaba con un cinturón. Empleaban un largo manto que se ponía sobre los hombros
y era sujetado por un largo alfiler llamado topo. Llevaban el pelo largo, con
raya al medio y nunca lo cortaban. Los que más se adornaban eran los hombres y
solo los nobles usaban orejeras y narigueras. Todos llevaban el pelo moderadamente
largo y utilizaban vinchas de color. Ambos sexos llevaban sandalias confeccionadas
con piel de llama sin curtir. 5. Las Comunicaciones Los
incas se destacaron por sus obras de ingeniería y sobre todo por la red caminera.
Había dos caminos principales de norte a sur, uno a lo largo de la costa y otro
que atraviesa las tierras altas. Estaban cruzados por caminos transversales y
caminos secundarios que unían todas las aldeas y pueblos. La carretera principal
partía de Tumbes, pasaba a Arequipa y a Chile. La vía de comunicación más larga
partía desde Colombia, seguía hasta Cuzco, proseguía hasta Ayavire donde se bifurcaba
en dos ramales que rodeaba el lago Titicaca, seguía hacia el sureste hasta Tucumán,
Argentina. De allí partía un ramal que llegaba hasta Coquimbo, Chile, siguiendo
de allí hasta la actual Santiago. Otro ramal desembocaba en el actual valle mendocino
de Uspallata. A este lugar los incas trasladaron poblaciones de cantidad de mitimas.
Se tiene como cierto que la construcción de las actuales acequias se debe a la
influencia incaica. Estas carreteras estaban pavimentadas con losa de piedra y
medían entre 4,5 y 6 metros, son una altura de 1 y 2 metros. En la zona costera,
las carreteras eran rectas y donde era imposible hacerlas -como los desiertos
arenosos- se indicaba la ruta con estacas. Pero, ¿quiénes circulaban por estos
maravillosos caminos? Fundamentalmente los chasquis, mensajeros que se iban
relevando mediante el sistema de postas. Cada kilometro y medio había una casilla
donde siempre estaban dos chasquis o mensajeros. Se los preparaba especialmente
para el trabajo que formaba parte de su mita (tarea de la comunidad). El camino
entre Lima y Cuzco (675 Km.) era recorrido en tres días. Los Incas Los
incas contribuyeron un poderoso imperio que alcanzo su máxima expansión territorial
en la misma época en la que Cirstobal Colon, iniciaba desde España, su viaje hacia
lo desconocido. El imperio inca abarco desde las sierras del sur del actual Colombia
hasta el norte de Chile y de la Argentina, y desde la costa del océano Pacifico
hasta el este del valle del río Amazonas. Los incas eran un pueblo originario
de las sierras y desde allí dominaron, mediante la guerra de conquista, a los
pueblos de otras zonas. Establecieron la capital en la ciudad de Cuzco, que consideraban
el centro del universo. El imperio, que ellos llamaban Tahuantisuyo - que quiere
decir "las cuatro partes del mundo" -, estaba divido en cuatro regiones. A su
vez, estas se dividían en provincias. Al frente del imperio estaba el Inca y las
zonas conquistadas estaban dirigidas por gobernador y jefes locales llamados curacas.
La agricultura fue la base de la economía del imperio incaico. La producción era
muy variada y los cultivos mas importantes eran el maiz y la papa. Los incas aplicaron
diferentes técnicas agrícolas que mejoraron el rendimiento de los cultivos. En
las zonas aridas de la costa usaron el guano - excremento de aves marinas - como
fertilizantes de las tierras construyeron canales de riego. En el interior, sobre
las laderas del as sierras, cultivaban en terrazas. La cria de llamas y alpacas
fue otras de las actividades economicas importantes. De ellas obtenían lana y
carne y las utilizaban como animales de trabajo. Además, el dominio de pueblos
que habitaban diferentes formas les permitió obtener, mediante el pago de tributos,
producto a que ellos no podían producir. La sociedad inca funcionaba sobre
la base de la reciprocidad y la redistribución. La reciprocidad era común
entre las comunidades de campesinos de la zona andina desde antes de la llega
de los incas. Consistía en la practica de la solidaridad y la ayuda mutua entre
todos los miembros de un ayllu. El ayllu era la comunidad de campesinos unidos
por vínculos familiares, que tenían antepasados en común y habitaban un mismo
territorio. Los integrantes del ayllu se ayudaban entre si a sembrar y a cosechar
y, en ocasión de un matrimonio, toda la comunidad ayuda a levantar la casa de
los recién casados. Los incas incorporaron el principio de reciprocidad de
los ayllus como una de las bases del funcionamiento económicos y social del imperio.
El Estado incaico entregaba tierras a cada comunidad para su subsistencia. Anualmente,
un funcionario local asignaba parcelas a cada familia según el números de componentes.
Pero los campesinos no eran propietarios de las tierras y estas parcelas
eran trabajadas colectivamente por todos los miembros de la comunidad. El ayllu
debía entregar fuertes tributos en productos y en trabajo al Estado y los curacas.
Los campesinos debían trabajar en las tierras del Inca, a su familia y a los miembros
de los grupos privilegiados; y en las tierras del Sol, con las que se mantenía
el cultos de dios más importante. La redistribución suponía el reconocimiento
por parte de los campesinos de los diferentes niveles de autoridad que existían
en la sociedad. Los ayllus entregaban los tributos a los curacas y los bienes
tributados se acumulaban en depósitos reales ubicados en las aldeas, caminos y
ciudades. Allí eran contabilizados por funcionarios especializados que comunicaban
a los funcionarios de Cuzco las cantidades de cada producto mediante el uso de
quipus-que eran contadores hechos con tiras de cuero en las que se realizaban
nudos-. De este modo, el Inca conocía las cantidades de excedente y en que zonas
del imperio sobraban o faltaban determinados productos. Cuando algunos pueblos
del imperio no podían satisfacer sus necesidades básicas porque habían sufrido
malas cosechas u otras catástrofes, el Estado incaico redistribuía una parte de
los alimentos, materias primas y productos manufacturados almacenados. También
utilizaba los bienes acumulados para costear los gastos de las constantes expediciones
militares y para premiar los servicios realizados por algunos funcionarios. Presagios
Y Profesias De La Derrota Indígena Los aztecas y los incas consideraron diversos
fenómenos de origen natural como presagios y profecías de terribles sucesos que
amenazaban a sus sociedades. Al mismo tiempo, en los dos pueblos existían leyendas
que anunciaban que los dioses - Quetzalcoatl y Viracocha- llegarían para salvarlos
de esos peligros. Muchos de estos fenómenos naturales sucedieron poco antes
de la llegada de los europeos a México y a Perú. Por esta razón, cuando llegaron
los españoles, los aztecas y los incas, en los primeros momentos, creyeron que
eran los dioses esperados. Pero, muy pronto, se dieron cuenta de la realidad.
Después de la entrada de los ejércitos españoles a Perú, un cronista de origen
indígena escribió: "Pensábamos que eran gente grata y enviados por Viracocha,
pero paréceme que ha salido al revés, hermanos, que estos que entraron a nuestras
tierras no son hijos de dios sino del demonio." 6. Los
incas, herederos del sol Casi al mismo tiempo que los aztecas se
establecían en la meseta Central de México, en los territorios de América del
Sur ( desde Colombia hasta el norte de Chile y el noreste argentino ) se consolidad
en un basto imperio , el de los incas. Este era un pueblo que llego a los Andes
centrales peruanos desde un lugar aun no certeramente establecido. Gracias a su
gran poderío militar, conquistaron los muy desarrollados pueblos que allí habitaban.
Los incas se decían descendientes del Sol. Según una leyenda, Viracocha el creador,
hizo salir al mundo por una cueva a cuatro hermanos y cuatro hermanas. Manco
Capac, uno de aquellos, mato a sus tres hermanos y, llevándose a sus hermanas,
se asentó en las cercanías de Cuzco, en un terreno que juzgo fértil. Los sucesores
de Manco Capac, fundarían con el tiempo, el imperio inca. Basaron su organización
económica en el cultivo de la tierra. Además de maíz, cultivaron otro vegetal
fundamental para su alimentación: la papa. Cuando los españoles llegaron y
conquistaron el Perú, la papa fue uno de sus mas preciados botines pues, gracias
a sus grandes virtudes fue uno de los alimentos que posibilitaron que Europa superara
sus crisis de hambre. El equilibrio existente entre la sociedad del imperio
incaico y la naturaleza fue extraordinario. Para poder cultivar construían en
las laderas de las montañas andenes de cultivo (especie de escaleras cavadas en
los cerros), con un complejo sistema de canales de riego . Aun hoy se pueden
ver estas terrazas artificiales en la región de los Andes Centrales del Perú,
en el Altiplano boliviano y en todo el noroeste argentino. Un Estado Poderoso
Con el nombre de inca se designaba tanto a los integrantes del pueblo como al
emperador. Como ya dijimos, los incas habían organizado su imperio a partir
del poderío militar. Su estructura política se basaba en el poder absoluto
del Inca emperador, descendiente directo del Sol. Todo pertenecía al Estado, el
cual se encargaba de que los bienes se explotasen en común, a cambio, los gobernantes
protegían al pueblo del hambre, los malos tratos y de cualquier amenaza exterior.
Sin embargo el pueblo no tenia poder de decisión ni podía intervenir en los asuntos
del Estado. Los mismo rebaños de llamas y alpacas (únicos animales domesticas
que conocían) pertenecían al emperador. Recogida la lana en grandes almacenes,
propiedad igualmente del Inca, se repartía entre la gente para que pudiesen tejer
sus vestiduras . El núcleo social lo formaba el ayllu, agrupación semejante
al calpulli azteca. Asimismo, el ayllu era la unidad de producción económica.
En el imperio inca era muy acentuada la diferencia social. Como cúspide de la
escala se hallaba la nobleza inca, cuyo máximo exponente era el Inca y su familia.
Por debajo se hallaba el pueblo, y como base, los esclavos. A diferencia de la
estructura azteca, cada una de las situaciones sociales era inamovible y hereditaria.
También eran politeístas y adoraban a un dios supremo (Viracocha) y a numerosas
deidades inferiores. La lengua oficial era el quechua (que aun hoy se habla
en vastas zonas sudamericanas. La arquitectura de los incas se destacaba por
la grandeza y majestuosidad de sus templos (grandes habitaciones decoradas en
plata y oro) y palacios. En el Cuzco (capital del imperio y que significaba
"ombligo del mundo"), se levantaba uno de los famosos templos,
el de Coricancha.
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