1. Introducción Tres países andinos - Chile, Perú, Bolivia - se vieron
envueltos en una guerra que sería determinante para su desarrollo futuro. La Guerra
del Pacífico, que comenzara con la declaración de guerra chilena el 5 de abril
de 1879 tuvo grandes consecuencias para estas tres naciones.
Sin embargo, las consecuencias no serían iguales para todas
ellas, pues mientras Perú y Bolivia sufrieron un gran revés económico, político
y social, Chile se consolidó como uno de los países más poderosos de América del
Sur, una verdadera potencia sudamericana; su economía se incrementó debido a que
el territorio obtenido al final de la guerra era rico en recursos tales como el
nitrato, el cobre y la plata, que supo explotar hábilmente. Asimismo la guerra
le dio a este país un ejército poderoso y fortaleció el nacionalismo que contribuiría
al establecimiento democrático. Por su parte, Perú y Bolivia no solamente
sufrieron la más grande humillación de su historia, sino que además perdieron
una poderosa fuente de riqueza en una época en la que ambos países pasaban por
una fuerte crisis económica que resultaría en una gran crisis social que no sería
fácil de combatir. El desarrollo económico sostenido de Chile, a partir
de la Guerra del Pacífico, ha establecido un fuerte sentimiento antichileno tanto
en Perú como en Bolivia hasta el día de hoy, ya que esta región - que hoy es llamada
Norte Grande - le dio a Chile todo el capital necesario para desarrollar el resto
de su territorio. Aunque los nitratos fueron rápidamente sustituidos por el cobre
como el producto más importante de su economía, será fácil comprobar que el desarrollo
de Chile no se hubiera dado de manera tan vertiginosa y eficaz sin la victoria
de esta guerra, la cual será expuesta en este ensayo.
2. Antecedentes La crisis
económica chilena a mediados de la década de 1860 trajo una repentina disminución
de la extracción de cobre que entonces era la base de la industria de la minería
chilena. Pero el comercio exterior y los ingresos se incrementaron debido al aumento
de la extracción de salitre que se convirtió tanto en la base de bienestar para
el país como en el engendro de la guerra ya que los yacimientos salitreros se
encontraban en territorio boliviano (Antofagasta) y peruano (Tarapacá). En
1866, Chile ostentaba títulos de posesión que demostraban que su jurisdicción
se extendía hasta el grado 22 de latitud sur mientras que Bolivia reclamaba hasta
el grado 25. En 1866 los gobiernos de ambos países habían solucionado sus
diferencias territoriales mediante la firma de un tratado en el que se había fijado
el grado 24 de latitud sur como frontera entre ambas naciones. Asimismo se convenía
que se explotaría en común y se compartiría en partes iguales todo lo recaudado
por la explotación de minas y yacimientos de guano y salitre que se encontraban
entre los grados 23 y 25, en donde se encuentra la ciudad de Antofagasta. Como
Antofagasta era propiedad de Bolivia, es este país el que otorga a las compañías
chilenas las concesiones necesarias. Antofagasta resultaba de vital importancia
para Bolivia, ya que significaba su única salida al mar. Perder este territorio
significaba una enorme pérdida en el comercio. Pero después del tratado entre
ambos países, los chilenos comenzaron a invadir y explotar el desierto. Y en las
costas se comenzó la formación de nuevos centros de población que adquirieron
mucha importancia. Sin embargo, el derecho de propiedad de Bolivia sobre la
región no estaba en discusión. Chile así lo reconocía y se conformaba con las
leyes y reglamentos de aquel país para explotar las minas. Los éxitos de los
chilenos en la región fueron grandiosos y comenzaron poco a poco a provocar inquietud
en los bolivianos. De esta manera se decide firmar otro tratado en 1874 por el
que Chile tenía derecho de extracción sobre el guano y todos los minerales que
estuvieran en el territorio situado entre los paralelos 28 y 24, durante veinticuatro
años. La opinión pública de La Paz no se quedó tranquila, y comenzó a reprochar
al presidente las facilidades que otorgaba a Chile sobre la región. Pero
no fue únicamente la opinión pública boliviana la que se preocupó por la situación;
también Perú estaba preocupado por la situación debido a que los chilenos extraían
salitre del territorio peruano de la provincia de Tarapacá. Además Perú no pasaba
por un buen período económico mientras que Chile cada vez se enriquecía más: los
barcos europeos cambiaron el salitre peruano por el salitre de las compañías chilenas
que lo daban a un costo mucho más bajo. Esta situación estaba llevando a
Perú a la ruina, por lo que decidieron expulsar de su territorio a los empresarios
chilenos. Asimismo debían pedir al gobierno de Bolivia que impusiera contribuciones
más altas a sus salitreras. Aunque esa medida estaba prohibida por el tratado
de 1874, los bolivianos la vieron con buenos ojos porque ellos también se encontraban
en una situación financiera crítica. De esta manera Bolivia "expidió en febrero
de 1878 una ley que introdujo nuevos aranceles sobre el salitre extraído y exportado".
Los empresarios chilenos rechazaron dicha ley pero el gobierno de Bolivia amenazó
con confiscar todo el salitre extraído por las compañías chilenas y venderlo.
Como respuesta, Chile advirtió al gobierno boliviano que en caso de ser aplicada
la nueva ley, se verían obligados a ignorar el tratado de 1874. Bolivia no tardó
en mandar embargar los bienes de la Compañía Salitrera, la empresa más importante
de salitre en Chile. El 14 de febrero de 1879, el día en que serían subastados
los bienes de la compañía chilena, desembarcaron en Antofagasta 500 soldados chilenos,
dando inicio a la Guerra del Pacífico entre Chile y Perú-Bolivia. Bolivia
declaró oficialmente su entrada a la guerra el 1 de marzo de 1879. Y el 5 de abril
Chile la declaró a Perú y Bolivia. En el tiempo que va del 14 de febrero
al 5 de abril, los chilenos ya habían ocupado el desierto de Atacama y parte de
Tarapacá, habían obtenido varios éxitos militares y habían tenido tiempo suficiente
para movilizar sus recursos y comprar armamento. Chile tuvo la "suerte" de
contar con el apoyo inglés, ya que Inglaterra tenía grandes inversiones en ese
país y eran sus principales acreedores. Si la industria del salitre se terminaba,
las inversiones inglesas en Chile estarían en peligro. 3.
Los primeros combates (Iquique y Angamos - 1879) Cuando comenzó la guerra,
Chile tenía la mitad de habitantes que Perú y Bolivia. Por lo tanto su ejército
era mucho más pequeño que el de la alianza Perú-Bolivia. En lo que se refiere
a las fuerzas marítimas, ambos contrincantes estaban en igualdad ya que Bolivia
no contaba con barcos de guerra. Con todo, Chile tenía ciertas ventajas: sus
finanzas eran mejores que las de sus adversarios, su ejército estaba mejor preparado
para la guerra y además estaba ya instalado en el lugar donde habían comenzado
las operaciones militares. Las operaciones militares tuvieron como escenario
principal las costas del Pacífico en lo que fue la segunda etapa de la guerra.
La guerra en el mar comenzó con el bloqueo chileno del puerto peruano de Iquique,
ubicado al extremo sur del país, el mismo día de la declaratoria de guerra.
Se necesitaban tomar medidas inmediatas, por lo cual el presidente de Perú ordenó
que se avanzara hacia Iquique y se rompiera el bloqueo chileno. El combate
que se prolongó por más de tres horas terminó con la derrota chilena. Pero el
triunfo de Perú no fue completo porque uno de sus buques encalló en un arrecife
y se hundió. Así el general Grau y el Huáscar quedaron prácticamente solos para
enfrentar a la flota chilena, que estaba casi intacta. En mayo las fuerzas
de Perú y Chile entraron en un combate en Antofagasta, en el cual las fuerzas
de Chile fueron completamente destruidas. El día 27 del mismo mes, los peruanos
destruyeron el cable marítimo que conectaba a Antofagasta y Valparaíso, y en Cobija
destruyeron otros seis barcos. El 17 de julio se inició la cuarta campaña
naval cuyo objeto era hostilizar el litoral chileno en represalia por el cañoneo
que un día antes habían efectuado sus buques contra Iquique, puerto que no contaba
con defensas peruanas. En los días siguientes Grau tuvo varios éxitos contra las
fuerzas chilenas. El 24 de julio los peruanos lograron capturar el Rimac,
uno de los mejores barcos chilenos. Esta captura significó siete bajas chilenas
y la pérdida de su escuadrón. Este hecho, que significó un duro golpe para los
chilenos, produjo una sublevación en Chile y las manifestaciones contra el gobierno
ocasionaron varios muertos y heridos. Las manifestaciones chilenas del mes
de julio produjeron la renuncia de algunos ministros y varios cambios en las jefaturas
del ejército y la escuadra. Los conductores de la guerra coincidieron en que la
prioridad militar era hundir al Huáscar. La segunda etapa de la guerra se había
convertido en un combate entre Chile y Grau. Después de varios meses de persecución
el 8 de octubre en el Cabo de Angamos se logró poner fin a la marcha del Huáscar
y de su dirigente Miguel Grau. El 18 de noviembre se dio por terminada la
segunda etapa de la guerra, con el triunfo indiscutible de las fuerzas armadas
chilenas. Estas capturas permitieron a Chile reanudar la campaña en el desierto
de Atacama y dar así comienzo a la tercera etapa de la guerra. La campaña
del sur (1879-1880) Perú logró conformar una fuerza militar de 7,500 soldados
y guardias nacionales que se unió a los 4,534 hombres del ejército boliviano aliado.
El ejército chileno, por su parte, había logrado ya convertirse en una máquina
de guerra eficiente y numerosa. El primer gran enfrentamiento entre los chilenos
y el ejército aliado Perú-Bolivia se llevó a cabo el 19 de noviembre en el cerro
de San Francisco en la que los aliados terminaron brutalmente derrotados. El
23 de noviembre el ejército chileno ocupó Iquique. Por su parte los aliados marcharon
hacia Tarapacá. El comandante del ejército chileno, general Escala, envió a 3,900
hombres a liquidar a los aliados instalados en Tarapacá porque tenía la idea de
que el ejército adversario contaba con no más de 2,000 hombres en muy malas condiciones.
Al alcanzar su objetivo el 27 de noviembre, el ejército chileno fue dividido en
tres fracciones para cercar a las fuerzas peruanas en todas las direcciones y
lograr que se rindieran sin necesidad ni posibilidad de ataque. Los peruanos
no se rindieron como lo esperaba el ejército chileno, pero el presidente del Perú,
Prado, al prever una derrota de su país huyó al extranjero y su lugar fue ocupado
por el coronel Nicolás de Piérola el 23 de diciembre de 1879. Aunque se puede
decir que la batalla de Tarapacá fue un triunfo de los aliados, éstos no supieron
cómo aprovecharse de su victoria y decidieron retirarse a Arica. El ejército
chileno por su parte aprovechó los problemas políticos de sus enemigos y continuó
con la ofensiva en Tacna. El 26 de mayo de 1880 Chile derrotó al ejército de Bolivia
que defendía la ciudad y éste tuvo que abandonar la lucha. Esta victoria le valió
a Chile la ocupación de todo el sur del Perú. Sin embargo, Arica seguía protegida
por el ejército peruano. Chile necesitaba una salida hacia la costa, y la salida
al mar por Arica era imprescindible para obtener la línea de comunicaciones necesaria
y avanzar hacia el norte. Para el 5 de julio Arica ya estaba cercado. El
7 de julio de 1880, después de ocho horas de combate, la guarnición peruana de
Arica fue completamente derrotada. La campaña de la Breña (1881-1883)
Las victorias chilenas en Tarapacá, Tacna y Arica permitieron al gobierno chileno
preparar la última fase de la guerra: la ocupación de Lima. De esta manera se
pretendía dar término a la guerra mediante una tratado que cediera a Chile todas
las provincias sureñas ocupadas. En noviembre de 1880 el ejército chileno, integrado
por casi 30,000 soldados, acampó en el Río Lurin, al sur de Lima, y un mes y medio
después comenzó su marcha hacia la capital peruana. Los peruanos lograron unir
un contingente de 16,000 hombres para defender su capital. En enero de 1881 el
ejército chileno, comandado por el general Baquedano, ocupó Lima. La capitulación
de la capital no puso fin a la guerra, como pretendía el gobierno de Chile, pues
si bien los remanentes del ejército peruano fueron destruidos, aún quedaban oficiales
dispuestos a continuar la lucha. Además los chilenos no encontraron en Lima a
ningún gobierno con el cual negociar la rendición puesto que el presidente había
huido a la sierra. El escenario de la guerra - que hasta entonces había sido las
costas del Pacífico - fue desde ese momento la Cordillera de los Andes. Los
enfrentamientos esporádicos se continuaron hasta octubre de 1883, cuando Perú
por fin decidió aceptar los términos de paz de Chile. 4.
Fin de la Guerra del Pacífico El fin de la Guerra del Pacífico se selló
con la firma del Tratado de Ancón, entre Chile y Perú, el 20 de octubre de 1883.
El aspecto más importante de este tratado fue la entrega definitiva a Chile, por
parte del Perú, de la provincia de Tarapacá. En lo que se refiere a las provincias
de Tacna y Arica, éstas quedaban bajo la tutela de Chile por un período de diez
años, luego de los cuales se establecería qué país se quedaría con dichos territorios
por medio de un plebiscito realizado entre sus habitantes. Con Bolivia, Chile
firmó un acuerdo en 1884 que establecía que el territorio comprendido entre el
río Loa y el paralelo 23 quedaría bajo la administración de Chile, mientras que
a Bolivia se le permitiría el acceso a los puertos de Arica y Antofagasta.
Ambos tratados dejaron asuntos pendientes que fueron aclarados en dos
tratados posteriores, firmados en 1904 con Bolivia, y en 1929 con Perú. El
tratado de 1904 estableció a perpetuidad las fronteras entre Chile y Bolivia.
El territorio de Antofagasta quedó definitivamente dentro de las fronteras chilenas
pero a cambio Chile se comprometía a construir un ferrocarril que uniera las ciudades
de Arica y La Paz, y se concedía a Bolivia el libre tránsito de comercio a través
de territorio chileno. El Tratado de Lima, firmado en 1929 solucionó el problema
de las provincias de Arica y Tacna que no se había solucionado - como se había
estipulado - en 1893. Este acuerdo estableció que Tacna quedaría bajo soberanía
peruana, y Arica bajo soberanía chilena. Además, Chile debía pagar al Perú seis
millones de dólares como cumplimiento al artículo sexto del Tratado. 5.
Consecuencias de la guerra Chile Durante la Guerra del Pacífico,
el progreso de Chile no se interrumpió. La guerra estimuló el desarrollo de la
importante economía industrial que sirvió en gran medida para abastecer al Ejército
en campaña. Asimismo, se aprovechó el estado de movilización del ejército para
pacificar a los araucanos una vez que fue tomada la capital del Perú; hecho que
posibilitó la colonización en Temuco y Villarica con chilenos e inmigrantes europeos.
Terminada la guerra, Chile consolidó su presencia en el norte del país al aumentar
su territorio; se convirtió en el país más importante entre los países latinoamericanos
de las costas del Pacífico y pasó a ser considerado como una potencia sudamericana.
Con el aumento de su territorio se hizo además de valiosas riquezas naturales
que impulsaron la actividad empresarial del país, además de que se incrementó
la producción agrícola, el comercio de exportación y los ingresos del fisco. El
presidente José Manuel Balmaceda (1886-1891) jugó el papel más importante en el
desarrollo del país. Los ingresos principales de la nación provenían principalmente
de la industria salitrera, pero su mercado internacional era muy inestable. Los
chilenos debían tratar de recuperar el equilibrio entre oferta y demanda para
estabilizar el mercado, pero la industria del salitre se encontraba casi totalmente
bajo el control de los empresarios ingleses que no estaban preocupados por las
necesidades de Chile sino únicamente por los intereses de sus accionistas y su
propio beneficio. De esta manera, finalizada la guerra el gobierno se dedicó
a planear una forma para reconstituir la propiedad de la industria del salitre
y explotarla en beneficio de Chile así como de desarrollar otras regiones del
país en el que la inmigración tuvo un papel decisivo. En lo que se refiere
a las regiones de salitre, entre 1884 y 1886 se puso en práctica una primera alianza
entre los productores para reducir la producción que se encontraba saturada en
ese entonces. Pero la alianza no tuvo éxito y la provincia de Tarapacá reinició
su actividad. Esta provincia y Antofagasta tuvieron un auge espectacular; los
puertos de Iquique y Pisagua, entre otros, incrementaron la exportación de salitre
y la importación de gran variedad de productos para sustentar a las comunidades
mineras que habían nacido en el desierto de Atacama. El auge de las salitreras
atrajeron hacia la economía regional a una gran cantidad de inmigrantes de todo
tipo: "trabajadores del Chile central, Bolivia y Perú, ingenieros y técnicos de
Europa, en especial de la Gran Bretaña, y comerciantes, banqueros y hombres de
negocios; la población de Antofagasta pasó de 5,384 habitantes en 1875, a 21,213
diez años más tarde; la de Tarapacá de 39,255 a 45,086, en el mismo período; Iquique.
experimentó un crecimiento que fue desde unos 9,200 hasta casi 16,000 habitantes".
El esfuerzo de industrialización estimulado por la guerra logró un cambio en la
economía chilena que trajo consigo una gran diversificación social y la creación
de nuevas facciones políticas. Los aranceles sobre el salitre beneficiaron un
importante gasto público destinado a obras públicas como la construcción de puertos
y ferrocarriles, obras de carácter social (preferentemente la educación), y para
reforzar las fuerzas armadas. La economía estaba mejorando en Chile por lo
que Balmaceda tomó la nacionalización de las salitreras como el proyecto de nación.
Pues para 1889 las actividades del industrial salitrero más importante de Inglaterra
en Chile, John North, advertían un intento de monopolio que representaba una amenaza
tanto para los intereses de la provincia de Tarapacá como para el gobierno, cuya
renta pública dependía cada día más del salitre. Balmaceda necesitaba fomentar
una mayor participación chilena en la industria, y de manera urgente. El presidente
entonces se volcó hacia una política sobre la industria del salitre de menos intereses
y control extranjero sobre ella con el fin de ampliar el papel del Estado en la
economía nacional. Aunque Chile ya estaba en camino de convertirse en una
"economía nacional integrada" debido a la red de comunicaciones existente en todo
el país desde hacía mucho tiempo, los ingresos por el salitre aceleraron el proceso
de crecimiento de la economía. A partir de la Guerra del Pacífico se incrementaron
el cultivo de trigo en el sur y la viticultura en el centro, y se expandieron
las empresas industriales de producción de bienes de consumo (tejidos, cerámica,
materiales de construcción). Hubo una tendencia creciente de los ingresos
por tasas de exportación del salitre entre 1891 y 1920 que permitió a los gobiernos
posteriores a Balmaceda llevar a cabo grandes proyectos que favorecieron la creación
de empleo y las demandas de consumo. Para 1914 Chile ya era un país que poseía
una industria manufacturera que podía proporcionar las necesidades principales
del país e incluso exportar sus productos a sus vecinos. En Chile existía una
gran cantidad de empresarios extranjeros, además de que una gran parte del capital
del país provenía del exterior. Sin embargo, la posesión de salitre y la buena
reputación de los chilenos como buenos pagadores de deudas le valieron al país
un lugar en las finanzas internacionales que facilitaron los créditos. Gracias
a los créditos recibidos por su buena reputación, Chile logró modernizar sus principales
ciudades a través de mejoras en los transportes, los servicios de sanidad y la
educación, así como con la construcción de grandes edificios. Bolivia
A diferencia de Chile, a quien la Guerra del Pacífico la convirtió en una gran
nación latinoamericana, para Bolivia fue uno de los acontecimientos más dramáticos.
El ejército de este país fue totalmente derrotado por los chilenos, lo que le
valió a Bolivia la pérdida del territorio más importante por significar su única
salida al mar. Desde 1880 hasta el día de hoy, la pérdida del acceso al mar ha
sido el más grande problema al que esta nación se haya tenido que enfrentar.
Si bien el crecimiento económico de Bolivia fue ininterrumpido después de la guerra,
el territorio de salitre que perdió a manos de los chilenos no le permitió un
crecimiento que rebasara al de sus vecinos, como le sucedió a Chile. Aunque
Bolivia pudo crecer debido a la producción de plata, se enfrentó al problema de
depender económicamente de un producto cuyo cambio de precio en el mundo tenía
un impacto directo en la economía de la nación, el cual tuvo su mayor problema
en 1900 con el colapso del metal en el mercado internacional. El derrumbe
de la economía boliviana por el colapso de la plata pudo ser evitado debido a
que la infraestructura existente pudo ser transferida a otros metales; y el estaño
quedó en el lugar de la plata como la industria fundamental del país por un golpe
de suerte: en ese momento las minas de estaño en Europa estaban agotadas y Bolivia
pudo aprovechar esta situación y responder a la demanda. A partir de ese momento
los capitales provenientes de Europa, Estados Unidos y Chile compitieron con los
capitalistas bolivianos por el control de las minas de estaño. Pero la suerte
de Bolivia volvió a cambiar con la llegada al poder del presidente liberal José
Manuel Pando (1899-1904). Lo que más se recuerda de este período es la pérdida
de territorio nacional. Primero en 1903 los bolivianos tuvieron que ceder Acre
a Brasil, territorio que recaudaba grandes sumas de dinero por el caucho que se
exportaba a dicho país. Después el presidente terminó con la posición de los gobiernos
anteriores que exigían de Chile la devolución de los territorios ocupados durante
la Guerra del Pacífico, y en 1904 firmó un tratado con este país por medio del
cual renunció a los territorios del litoral y a la demanda de un puerto en el
Pacífico. Bolivia siguió siendo un importador de productos alimentarios. El
despegue del estaño fue positivo únicamente para un tercio del total de la población
pues el resto de la población bajó su nivel de vida debido a la expansión del
sistema de latifundios. El tiro de gracia para este país fue la Guerra del
Chaco (1932-35) por la que Paraguay se quedó con la absoluta mayoría del este
territorio, completando la frustración y debilidad de Bolivia. Perú
Para el Perú la Guerra del Pacífico significó "innumerables penalidades, humillaciones
y, finalmente, la derrota nacional". Hasta el boom del guano, a mediados
del siglo XIX, Perú no había contemplado la posibilidad de la unidad nacional.
Pero esa esperanza se terminó con el comienzo de la Guerra del Pacífico, que hundió
al país en un período de total anarquía. A diferencia de Chile, que no interrumpió
su progreso durante la guerra, el Perú sufrió divisiones sociales irreconciliables.
Por un lado estaban los campesinos indígenas quienes, viendo en la lucha una forma
de emancipación, habían formado grandes fuerzas irregulares de guerrillas, apoyadas
por Cáceres. Y por el otro lado estaban los terratenientes, quienes temían que
las fuerzas indígenas pudieran volverse contra ellos. De esta manera las élites
cambiaron su actitud hacia la guerra y pensaron que la negociación con Chile serviría
mejor a sus intereses. Así llegó al poder el caudillo Miguel Iglesias, quien negoció
en 1883 el tratado de paz con Chile. La guerra con el extranjero había terminado
pero en su lugar comenzó una guerra civil entre Iglesias y Cáceres, que terminó
en 1885 con la capitulación de Iglesias. Cuando Cáceres tomó el poder, se
encontró con un país económicamente agotado: todas las clases sociales estaban
en la miseria. Las principales exportaciones del país habían sido el guano, el
salitre y el azúcar; pero el bloqueo de Chile de todo el territorio donde se producían
había llevado al Perú a la ruina. No obstante esto significó un obligado impulso
hacia la modernización económica. Los siguientes años fueron para el Perú un período
de profundos cambios en la sociedad de donde saldría la configuración sociopolítica
del Perú actual. Sin embargo todos los esfuerzos de modernización económica
se fueron abajo con la crisis económica mundial de 1929 que puso en cuestión la
eficacia de una economía que hasta entonces había estado orientada únicamente
hacia las exportaciones. A partir de entonces Perú debió comenzar de nuevo su
camino hacia la recuperación. 6. Conclusión Sin
ninguna duda se puede asegurar que el crecimiento de Chile se debe a la maestría
de sus gobernantes así como al fuerte nacionalismo de sus habitantes. Chile se
ha caracterizado siempre por ser una nación eficaz en la explotación de sus recursos.
Asimismo se ha sabido defender del intervencionismo extranjero en materia económica
al tratar por todos los medios de poner todos sus recursos en manos nacionales
pero cuidando la inversión extranjera. De esta manera esta nación ha logrado un
desarrollo sostenido, fortalecido especialmente en el último tercio del siglo
XIX, debido evidentemente a su victoria en la Guerra del Pacífico. Las envidias
y el odio de peruanos y bolivianos hacia chilenos se puede explicar por los grandes
beneficios que los nitratos le trajeron a estos últimos. Como ya se mencionó anteriormente,
la producción de salitre fue el principal ingreso de la nación. Pero a diferencia
de Perú o Bolivia que dependían económicamente de un solo producto o de una sola
actividad, Balmaceda se volcó hacia una política progresista y utilizó el ingreso
que le proporcionaban los nitratos para ayudar al desarrollo de todo el país.
En la actualidad el nitrato se sigue produciendo en grandes cantidades pero los
costos de producción tan altos lo hacen ser un negocio poco rentable. Si los gobiernos
que siguieron a Balmaceda no hubieran seguido la misma política progresista y
de desarrollo nacional autónomo, es muy probable que la economía se hubiera contraído,
como le sucedió a Bolivia con el colapso de la plata, o a Perú que orientó su
economía únicamente hacia las exportaciones. Pero el triunfo chileno no redundó
únicamente en la economía de cada uno de los países involucrados en la guerra
sino que tuvo fuertes repercusiones en las sociedades. Chile no solamente salió
de la guerra con un ejército poderoso y con un territorio que ayudó al desarrollo
del país, también terminó la guerra con un nacionalismo totalmente arraigado que
contribuyó fuertemente a la consolidación de la democracia (aunque este país también
se enfrentó a varias dictaduras, éstas no fueron tan frecuentes ni tan traumáticas,
con excepción de la de Pinochet en 1973 de la que se lograron recuperar rápidamente
a partir de 1989). Mientras tanto Perú y Bolivia se enfrentaron a sociedades totalmente
desmoralizadas y divididas, las cuales tuvieron que ser sometidas a un sinnúmero
de dictaduras que, aunque estaban dirigidas al progreso, hicieron imposible la
democratización y el desarrollo. Pero no se puede decir que la guerra haya
afectado igual a las dos naciones vencidas. La variedad de recursos naturales
del Perú y la llegada al poder de Augusto Leguía y Salcedo en 1908 sirvieron al
desarrollo y progreso del país. Leguía y Salcedo instituyó un programa de reforma
económica aprendidos en Gran Bretaña y Estados Unidos que llevaron al país por
el camino de la recuperación. El caso de Bolivia es más complicado ya que su condición
de mediterraneidad es considerada por este país como la causa fundamental de su
atraso económico, y las pérdidas de territorio a manos de países como Paraguay
y Brasil lo han convertido en una nación frustrada y sumida en la inestabilidad
política y el subdesarrollo por cerca de un siglo. De esta manera Chile se
adelantó a sus vecinos en lo que se refiere a desarrollo y estabilidad económica.
Aunque sus vecinos ya han alcanzado cierta estabilidad y crecimiento económico,
todavía son economías fuertemente dependientes de las exportaciones por lo que
crisis como la de Brasil de 1999 tienen todavía serias repercusiones en ellos.
Así podemos concluir que la Guerra del Pacífico fue la gran oportunidad de Chile
de anteponerse a la competencia de Perú y Bolivia y consolidarse como potencia
sudamericana.
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