Estamos situados en la
época que va del paso de la edad micénica a la construcción de la
Polis entre los siglos VIII Y VII a.C. Previamente ya han sucedido la caída del
imperio micénico en relación con las culturas de Oriente y la llamada época obscura.
Con ello, se piensa en términos de una nueva cultura distinta de sus antepasados:
la Grecia en donde se desarrolla la Polis. Sin embargo, la visión que se desarrolla
con el estudio del imperio micénico, que tiene una vida social que gira en torno
del palacio, es decir, centraliza las funciones religiosa, militar, política y
económica; el rey (ánax)
ejerce todos los elementos
de poder: domina todas las actividades tanto económicas como sociales (sistema
palatino) así como también de la escritura, utilizada sólo por los escribas para
fines administrativos y cuantitativos, y su posterior desaparición, profundiza
las posibles causas del surgimiento de la nueva organización política, social
e intelectual. La aparición de la
polis implica necesariamente un cambio en las condiciones materiales, de
relación entre individuos, pero lo que más se destaca es la utilización de la
palabra para reglamentar la vida social y política, el desplazamiento de las distintas
formas de poder por la palabra pública. Lo cual implica que estamos hablando de
la creación de nuevas formas de distribución de la sociedad: la aparición de la
ciudad que gira en torno de una plaza pública, el ágora. Por lo tanto,
la palabra toma la forma de discusión, libre debate, se convierte en arma política
que busca hacer a todos los hombre iguales, para lo cual los cargos públicos es
la forma de concretizarlos. Es aquí
donde se mira la concepción que tienen de la ciudad: de forma geométrica circular,
cada ciudadano está situado a igual distancia del centro, como los demás ciudadanos
y, por lo tanto, tiene la misma posibilidad de ocupar los cargos públicos a su
debido tiempo. Se aprecia la desaparición de una visión jerárquica o monárquica,
ahora es como en un sólo plano, sin diferenciación; el poder se encuentra repartido,
en la sucesión del tiempo, en todo el conjunto de los ciudadanos (tomando con
reserva la concepción de ciudadano, ya que era una sociedad sustentada en el esclavismo);
ya no existe la concepción del que manda y los que obedecen, de manera diferenciada,
ahora son inseparables y reversibles porque cada individuo (ciudadano) los lleva
a cabo en su respectivo momento. El sustento de la polis es precisamente
la igualdad en la distancia que guardan los ciudadanos respecto de un centro y
que permite equilibrar a la ciudad.
La isonomía es una
corriente democrática dentro de la cual se definen todos los conceptos anteriores
sobre la que está fundada la polis. Bajo esta forma de democracia los individuos
están definidos en una relación de igualdad 1/1, visualizada como una igualdad
total. Básicamente consiste en hacer que desaparezcan las partes que se contraponen
políticamente en la cuidad e igualarlos para que todos tengan la misma posibilidad
de acceder a las magistraturas. Es una igualdad horizontal, no vertical, entre
ciudadanos. Las funciones guerreras
que en la monarquía micénica resaltaba el valor del individuo, las hazañas personales:
la guerra heroica es porque se exalta la capacidad individual para el combate
y también era una actividad exclusiva de la aristocracia. En la época de la polis
aparece un personaje guerrero llamado hoplita que cambia las reglas de
la guerra, la ética del soldado, por lo tanto, genera la democratización de la
función militar: es el cambio de puesto del personaje guerrero en el orden social.
Con la introducción de nuevas técnicas de combate: guardar la fila, la lucha hombro
a hombro, someterse a una disciplina común: el respeto por la ley. Los cambios
en las técnicas guerreras permiten la generalización de ésta actividad. Significa
la pérdida de la posición social de la aristocracia. El guerrero como ciudadano
no sólo es apto para el uso de las armas sino también de la palabra. El
cambio marcado por las técnicas guerreras en la vida social tan sólo es una de
tantas que se llevaron a cabo en sociedad de la polis y que se oponían
a las antiguas conductas de la aristocracia que llevaban a elevar al individuo
por encima del común. La búsqueda del honor o la gloria en el combate, resaltar
el poder de una persona, la riqueza, la ostentación al vestir, el lujo, el demasiado
seguro de sí, etc., se miran con malos ojos como causantes de desigualdades sociales,
provocan envidia y dividen la ciudad contra sí misma. Más bien, se opta por lo
contrario: un modo de vida austero, severo, que no resalta la diferencia en las
costumbres. Uno de los cambios ocurridos
para que se pudiera generar la sociedad de la polis parte de un orden o
desorden económico que se traducen a los aspectos morales y religiosos en que
vivía la sociedad griega de entonces. Ya se ha mencionado el reemplazo de los
valores propios de la aristocracia. La orientación que le dan los griegos es de
variados ordenes: religioso, político, económico pero enfocados al control de
la ambición, el poder, la injusticia, la arbitrariedad, para delimitarlos a una
regla general que se aplique a todos por igual: una norma superior. Estamos presenciando
el surgimiento de las aspiraciones comunitarias y unitarias que pasan a ser constantes
reclamos en la vida social en los campos de legislación, reforma, institución
judicial, organización política, etc. El
mito como forma de contar los acontecimientos pasados, entendida así, y no como
forma irracional, es uno de los elementos que permiten llevar a cabo el análisis
de la transformación ocurrida. Con la desaparición del rey de la época micénica
también se elimina la relación orden cósmico con la realidad y que se representa
en los ritos. La representación del
origen del mundo corresponde a realidades físicas que lo engendran: cielo, mar,
tierra, etc. Son construcciones que al igual que en la vida social toman su fundamento
de las nociones de pensamiento moral y político, es decir, toman los conceptos
de ley y orden que ya existían
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