ACUARELA
PROGRESOS DE LA ACUARELA EN EUROPA
En todas las naciones de Europa se ve hoy a la pintura de acuarela hacer extraordinarios progresos, y aun en los Estados Unidos, que producen artistas como Kelly, Gifford, y Tiffany, se advierte un movimiento muy marcado hacia el cultivo de un ramo de la estética tan abundante en hermosas y espontáneas flores.
Los países del Norte de Europa inauguraron en nuestro continente la marcha ascendente de la acuarela hacia el espléndido naturalismo en el cual se ha entronizado: Inglaterra, Suecia y Noruega, Holanda y Bélgica fueron las maestras y guías; Francia, Italia y España siguieron el impulso: entre nosotros, pareció reservado al genio de Fortuny el abrir una nueva senda a este arte, emancipándole por completo de ciertas prácticas de rutina que aun conserva, y elevarle al mayor grado posible de perfección.
Pradilla, Rico (D. Martin), Ferrant (D. Alejandro), Araujo, Madrazo (D. Ricardo), Perea, Villegas, Fabrés y otros, tan hábiles acuarelistas como excelentes pintores al óleo, nos demuestran diariamente en el empleo promiscuo que hacen de uno y otro sistema, que no anduvo muy acertado Mr. de Calonne cuando escribía: “La acuarela tiene medios muy limitados y vive de subterfugios: los toques a la aguada que los acuarelistas introducen con frecuencia en sus trabajos, les comunican dureza sin darles por eso mayor vigor. El efecto en la acuarela carece de energía; la perspectiva, de transparencia; los primeros términos, de solidez, y los últimos de suavidad, y el golpe de luz tan buscado por los paisistas es en ella de todo punto imposible. Lo qué falta de vigor y brillo, los acuarelistas lo sustituyen con tonos fuertes, y para llegar a producir cierto efecto, se ven precisados a exagerar la intensidad del color y a forzar la escala de tonos hasta el último límite”. Si Mr. Calonne hubiera visto las acuarelas de Fortuny, de Pradilla y de Araujo, de seguro habría mudado de opinión.
